Los niños en la pandemia

Los niños en la pandemia

INTRODUCCIÓN

Una buena forma de lidiar con nuestras angustias es poderlas pensar y poderlas compartir, y es por eso que hoy vamos a hacerlo hablando sobre la complicada y difícil situación que estamos viviendo en este último año de nuestras vidas, que nos afecta a todos aunque de forma muy distinta.

Es por ello que desde ya quiero transmitir la idea de que estamos sufriendo, y no que estamos enfermos o trastornados a nivel mental. Digo esto porque leo muchas noticias atemorizando que vendrá una pandemia de enfermedades mentales, como si lo que estuviera mal fuera nuestra mente, y lo que pienso que le pasa a nuestra mente es que está sometida en este último año a un gran campo de batalla, a veces agotador, y no siempre que luchamos, podemos ganar.

Todos estamos peleando con la fantasía de la enfermedad, la pobreza, la crisis, la muerte, etc, y la mayoría de nosotros lo podemos nombrar, pero algunos niños lo actúan más que decirlo, o bien portándose mal, desobedeciendo y moviéndose en exceso, otros estando como abatidos, inatentos, sin querer hacer tareas, desmotivados, incluso con somatizaciones, y también en el sueño, en la alimentación…(de hecho, la gran parte de la población ha aumentado de peso debido al confinamiento)

CÓMO SE VEN AFECTADOS LOS NIÑOS POR LA PANDEMIA

Estas consecuencias en los niños, en sus vivencias, ocurre siempre, ya que es la forma en la que los niños cuentan y manifiestan lo que les pasa. Por eso quienes trabajamos desde la psicología infantil sabemos de la importancia del juego, el dibujo libre, lo simbólico y la expresión espontánea de los pequeños en nuestras consultas como modo de escucha de sus conflictos psíquicos. Te invito a que leas el artículo «Trastornos del Estado de Ánimo en Niños»

La mente de los niños no está tan organizada como la nuestra, en cuanto que el límite entre la fantasía y la realidad se encuentra como desdibujado, y además no cuentan con la historia de experiencias y aprendizajes de vida que los adultos contamos, que son “cosas de las que tirar”.

Lo que nos pasa a los adultos ahora es que nos está costando soportar la realidad, y vivimos descentrados, pensando en otras cosas (nuevas normas, miedos, dudas, privación de libertades, etc), con lo que los niños están respondiendo como pueden a esta realidad imperante.

Pienso que los niños durante la pandemia están respondiendo on line mejor que muchos adultos, pero esta forma de mantener la necesidad social y de grupo tiene también sus límites, ya que puede suplir ciertas necesidades pero no todas, por ejemplo lo corporal. Una pantalla nunca podrá hacer suplencia del cuerpo a cuerpo que tanto se necesita en la adolescencia.

Lo que deberíamos entender es que ahora nadie debería estar bien, y esto incluye a los menores.

CÓMO PODEMOS AYUDARLES EN ESTA ETAPA

Nuestro trabajo sería ahora ayudar a los padres a entender a los niños y a sí mismos su propio dolor, no exigir demasiado ni que esos padres se autoexijan tanto pues estamos viendo casos de padres que pierden su función protectora y de bienestar por convertirse en los profesores de sus hijos, y además ellos mismos se evalúan pues quieren ser maestros ejemplares incluso aprobar exámenes.

Además ahora hay un mayor riesgo de caer en el error de “etiquetar” a los chicos, sin tener en cuenta que éstos gozan de una mente maravillosa en desarrollo evolutivo, dinámica y cambiante, pero también muy permeable a las emociones de los adultos de su entorno.

Estamos atravesando un duelo de grandes pérdidas: libertad, seguridad, confianza, narcisismo…y los niños además pierden el juego, el contacto físico y el movimiento, imprescindible para su desarrollo evolutivo sano.

Además los grandes medios de comunicación masiva transmiten un constante miedo de que hay “bichos asesinos” por todas partes, que incluso dibujan y personalizan, le dan forma, color y hasta movimiento, siendo esto muy fácilmente llevado a su mundo de representaciones internas y a fantasearlo tal cual en lo literal.

He visto niños que no quieren ir al parque a pesar de que en esos momentos estaba permitido, o no han querido ir a un cumpleaños por la fantasía inconsciente de culpa por si contagian a sus abuelos.

Los niños sufren la continua amenaza de que sus abuelos pueden morir, palabras éstas y conceptos que se repiten hasta la saciedad en las grandes pantallas, algo que es lo peor que le podría pasar a muchos niños, ya que en muchos casos son los abuelos quienes sostienen a los pequeños como sustituto de los padres, y son los grandes protectores de éstos, incluso los sabios de la familia.

Una vez me contó una niña que su abuela siempre se sentaba a su lado cuando su mamá la obligaba a comer lo que no le gustaba, y la protegía de estos momentos de tensión haciéndole su comida favorita. Pienso que los niños representan en su mundo interno a los abuelos como quienes los protegen y calman.

Es por ello que se podría tener cuidado y transmitir la idea de que los mayores de ciertas edades se deben cuidar más, de este virus y de otras muchas cosas como caídas y demás, pero no comunicar tanto el riesgo de perder a nuestros abuelos con tanta insistencia en lo letal.

Además en estos momentos muchos adultos están desbordados, sobrecargados y esa idea de “disfrutar juntos en casa” que viene muy bien también puede ser contraproducente, ya que se pierde intimidad, a veces se borran los límites, y por eso la escuela cumple una función separadora para que cada cual en la familia tenga su propio espacio.

El exceso de contacto potencia los estallidos de los cuidadores, incluso la violencia (gritos, insultos, amenazas, pasos al acto). Una familia cerrada sobre sí misma potencia lo endogámico, como sin poder metabolizar sus propios deshechos.

Los niños no deben quedar cerrados en la situación familiar, y de ahí la gran importancia de lo grupal, que si ahora no podemos, debemos insistir en escuchar otras voces, hablar por teléfono, conectarse con el grupo on line, facilitando siempre hablar a los niños con personas externas al núcleo familiar.

En los niños se da un “contagio afectivo”, sin llegar a poder pensar sus emociones. Así, si una mamá que sostiene en su regazo a un bebé se asusta, es probable que el bebé llore o se asuste en una especie de temor que se mete dentro, quedando el niño arrasado e impregnado sin poderlo comprender.

Los cuidadores también deben de cuidarse

Algo así está ocurriendo ahora, y es de suma importancia que los cuidadores puedan sentirse sostenidos, y que todo lo que hagan pensando en lo mejor para sus hijos lo hagan pero no bajo un prisma de exigencia y rendimiento, ahora más que nunca bajando mandatos y normas, ya que estamos en un momento en el que hay exigencias sí o sí: las nuevas normas, que por cierto, cambian a cada rato, tanto que a veces ni nos enteramos.

Por eso la mirada que tenemos que devolver a nuestros niños debe incluir el hecho de saber mirar ese sufrimiento que estamos pasando.

CAMBIOS MÁS USUALES QUE HA PROPICIADO LA PANDEMIA

Los más pequeños que ya habían adquirido el sueño autónomo y el control de esfínteres, es frecuente que hayan vuelto al colecho, a frecuentes despertares nocturnos buscando el refugio de sus figuras de apego, y a mojar la cama de nuevo.

También aumenta la agresividad y el retraimiento según la tendencia de los niños, ya que sentir que un adulto está mal es muy complicado para ellos, ya que no pueden digerir solos las emociones. Necesitan la ayuda adulta para poder “tragar”, y ahora nosotros estamos menos disponibles.

Hay chicos que se muestran como estando maravillosamente bien, negando todo tipo de problema para contentar a los adultos en una “sobreadaptación”, por lo que debemos esperar el momento del estallido, y estamos viendo muchos más chicos con clínica ansiosa, incluso con verdaderas crisis de ansiedad, ya que lo exigido no se puede sostener mucho tiempo.

Muchos chicos llegan a hacer muchos chistes, como para divertir a los demás y encontrarlos de buen humor (un bonito espejo en el que reflejarnos, a veces necesitamos una buena imagen especular)

Lo que les salva al menos de lo que estamos viviendo es la idea de que a los niños este virus no les afecta demasiado, algo que no es igual para los adolescentes, en los que se da un matiz diferente, en los que vamos apreciando que está la idea de la propia muerte, con lo cual si en la adolescencia se da una omnipotencia (para transitar el duelo a la infancia) ésta ahora aumentará para negar esta dura realidad, “a mí no me va a pasar nada”. De hecho los adolescentes son quienes más han interrumpido el confinamiento y han llegado a hacer reuniones, visitas, fiestas, etc.

Pero como todo mecanismo de defensa contra la angustia, la desmentida de la propia muerte también fluctúa con el temor a morir.

Como la adolescencia es diferente a la infancia, dedicaré otro escrito para poder reflexionar, y os dejo el mensaje de ayudarnos, apoyarnos, escucharnos, sobre todo cuidar a nuestros cuidadores.

La idea sería instaurar que los chicos están afectados por los adultos y por la sociedad, pero no enfermos. Les pasa cosas diferentes que a nosotros y deben tener vías de expresión para poder desmenuzar, metabolizar, digerir, tragar, vomitar…todo lo que estamos viviendo.

Ahora sostener a otro no es sencillo porque nos cuesta sostenernos a nosotros mismos, y necesitamos apuntalarnos más que nunca, pero cuando el adulto se siente escuchado puede escuchar mejor.

Abramos nuestra mente, no nos encerremos en una locura exigente y sádica de tareas y productividad, ya que de ésta saldremos conservando nuestra energía y cuidándonos más que nunca los unos a los otros. A pesar de sentirnos golpeados, la salida a todo esto será colectiva.

Tener una organización y tareas evita el caos y fomenta la sensación de poder crear, con lo cual es calmante. Pero el objetivo ahora no debe ser la tarea y la producción.

A los docentes, sanitarios, maestros, y otras figuras de referencia os animo a que os conectéis on line o llaméis a los niños no tanto para mandar tareas y cumplir con un programa, sino para preguntar “cómo estás?, cómo lo llevas? Cómo está tu familia?” y recordar a los niños que seguimos cuidándolos y manteniendo el vínculo y que esto pasará.

Visita nuestra página de Recursos; quizás alguno de ellos pueda ayudarte. También puedes echar un vistazo a la web de uno de nuestros colaboradores: Escuela Infantil Origami.

Ana Belén Tejero Martín

Psicóloga Clínica especializada en el ámbito infanto-juvenil

Imagen creada por Prostooleh, Freepik

Distorsiones Cognitivas – Parte 1

Distorsiones Cognitivas – Parte 1

Aquí tienes un listado de las distorsiones cognitivas más comunes:

Abstracción selectiva/ Filtraje:

Actúa de colador, seleccionando los aspectos negativos (que se magnifican), mientras que se “cuelan”, desechan o ignoran todos los aspectos positivos de la situación.

Frases tipo:

-El día fue terrible, la lluvia arruinó mi pelo.

– Recibes una crítica negativa entre muchas positivas: “sabía que era horroroso”

 

Adivinación:

Predice para distintas situaciones, un futuro por lo general no favorecedor o catastrófico. Esta creencia se siente y se vive de forma muy real, generando ansiedad y la anticipación del sufrimiento.

Frases tipo:

-Si voy a la fiesta solo, al final todos estarán con alguien y yo no tendré con quien hablar. Va a ser un aburrimiento, no debería ir.

– Si le digo que me acompañe, seguro que no le gustará la obra y puede que eso lo arruine todo, aunque me gustaría que fuera mi acompañante, no diré nada e iré con otra persona.

-Seguro que mañana me caeré al salir al escenario y será bochornoso. Intentaré que hable otro.

 

Catastrofización o Magnificación:

EL pensamiento catastrófico otorga mucha importancia a eventos neutros o que objetivamente “no son para tanto”. Maximiza forma exagerada o trágica sus ideas negativas.

Frases tipo:

– No me han elegido ¡menuda humillación! se ha acabado mi vida social, me voy a morir.

– ¡Socorro! se me ha olvidado la chaqueta en el autobús, no volveré a encontrar otra igual, es como si me hubieran cortado un brazo.

 

Culpabilidad:

Esta distorsión del pensamiento tiene dos polos:

  1. Culpa a los demás de su sufrimiento, situación o actos.
  2. Asume como propia la culpa de todos los problemas ajenos.

Frases tipo:

– He perdido, porque han hacho trampa.

– Está enfadado y grita a todos, porque hoy no le he dado el café.

 

Debería:

Autoimposición de normas/ideas rígidas sobre cómo se debería. La violación de esas normas (privadas) por parte de otros se ven como una transgresión gravísima y suponen un gran malestar, enfado, desprecio, etc. Si son incumplidas por la propia persona se siente una gran culpa, vergüenza, rabia, etc.

Frases tipo:

-Debería seguir hasta que acabe lo que me queda (no posponer, horas extra sin remunerar).

-Debería poder con todo, no debería descansar hasta que todo esté solucionado (sobrecarga).

-Debería gustarme… (actúas en contra de tus deseos, en pro de “lo que deberías desear”).

-Debería ser… (no aceptarte como eres, baja autoestima, alta autoexigencia, estrés, etc.)

 

Etiquetas globales:

Emitir un juicio global sobre alguien o algo, generalizando una o dos cualidades/circunstancias.

Frases tipo:

-Ha cogido dos galletas en lugar de una, es un glotón y un egoísta.

-Ese es un irresponsable y un mal compañero (un día se retrasó con un informe).

 

Falacia de la justicia:

Cree tener la verdad sobre lo que debería ser justo y suele estar frustrado o resentido porque los demás no están de acuerdo, o porque “no ocurre justamente, como debería”.

Frases tipo:

-Es injusto acabar descalificado con todo lo que he trabajado.

-Espero ser yo el ascendido, es lo justo, porque yo llevo más aquí.

-Es injusto que él pueda traer calculadora y yo no, solo porque él tenga dislexia, me debes las mismas oportunidades.

 

Falacias de control:

Esta distorsión del pensamiento tiene dos polos:

1_ Si se siente impotente ya que el control de su vida depende de otros, se ve así mismo desamparado, como una víctima del destino. Cree carece de control alguno sobre su vida.

2_La falacia de control interno convierte a la persona en responsable del sufrimiento o de la felicidad de aquellos que le rodean. Se siente omnipotente, con un control desmesurado respecto a todo/todos.

Frases tipo:

-Si fueran más amables conmigo, tendría mejor actitud con ellos.

-Me tiene manía, siempre suspendo, no me debería molestar en estudiar.

– Mis padres se divorcian, porque saco malas notas y aún no tengo el carné de coche.

-Soy un fracasado y por eso la gente de a mi alrededor fracasa y no logra sus metas.

 

Falacia de cambio:

Considera que es más factible que otros cambien y se adapten, que el propio cambio. La persona espera que los demás cambiaran para seguirle el juego y usa estrategias como el chantaje emocional, culparles, exigirles, engañar o negociar.

Frases tipo:

-Si fueras más detallista conmigo seguro que estaría más feliz en esta relación.

-Si me quisieras, te arreglarías un poco más y no saldrías de fiesta, así sabría que me quieres.

-Si no viviera en una ciudad tan lluviosa, saldría más de fiesta.

 

Falacia de recompensa divina:

Se confía en una “devolución de los buenos/malos actos” sin llegar a tomar el control, ni buscar solución a los problemas, como una justicia divina/mágica. Esto provoca la acumulación de problemas o malestar, debido a la inactividad ante las dificultades y a su vez, estados emocionales negativos derivados de esa “solución compensatoria” que no se está produciendo.

Frases tipo:

– Cuando algún día al fin se dé cuenta de estos detalles, verá que soy ideal para ser su pareja.

– No pienso decirle que me molesta con eso, ya se dará cuenta y parará.

 

Inferencias arbitrarias:

Nos lleva a realizar conclusiones, basadas en premisas falsas o mediante un razonamiento ilógico. Es decir, o bien creamos relaciones de causa y efecto, sobre eventos que no tienen nada que ver entre sí; o bien el proceso por el que hemos llegado a la conclusión no sigue una vía suficientemente razonada.

Frases tipo:

– El ascensor estaba en el último piso, vaya un día me espera hoy de mala suerte.

– Mi paquete se retrasa… no me va a llegar, seguro que está agotado y han vendido de más, como con los vuelos.

-Te han barrido los pies, ¡ya no te casas!

 

Interpretación del pensamiento/ lectura de mente:

La persona cree saber lo que otros piensan o sienten respecto a sí, o bien porqué los sujetos tienen ciertos comportamientos. Todo ello sin mediar palabra al respecto con aquellos a los que interpreta, solo formulando opiniones personales sin base sólida.

Frases tipo:

– Hace eso porque me tiene envidia, por eso nunca me presta sus cosas.

– Seguro que piensa que soy una estúpida, lo veo en cómo me sonríe.

– Está conmigo para aprovecharse de mí.

 

Maximización de lo negativo:

Ocurre cuando se otorga más importancia a los aspectos negativos, que a los positivos.

Frases tipo:

-No me puede creer que haya fallado en una nota de la melodía, me la sabía.

– No he sabido responder bien a esa pregunta, que incompetente (cuando has resuelto todas las demás dudas adecuadamente).

– He dejado ese tornillo torcido, puede que deba desmontarla (cuando has montado bien una estantería con muchos otros tornillos).

Luna Cánovas Requena

Psicóloga Junior en Centro Promentium

 

Páginas Consultadas:

https://enequilibriomental.net/distorsiones-cognitivas/

http://albertochouza.com/15-distorsiones-del-pensamiento-que-nos-alteran/

https://www.trastornolimite.com/trastornos/distorsiones-cognitivas

http://www.fundacionestadio.com/ficheros_fichas/11-11-08_TALLER%20INTELIGENCIA%20EMOCIONAL.pdf

 

 

Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos

 

Los Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos, que en ocasiones se representa como TCA, son aquellos desórdenes relacionados con la ingesta, pero no solo se reducen a eso. Estos trastornos afectan también a otros factores como son las relaciones sociales o laborales, la autoestima, los niveles de autoexigencia, la visión distorsionada del cuerpo, incluso a problemas médicos graves que pueden llegar a ser mortales.

 

Cuando hablamos de estos trastornos, parece que solo existan la Anorexia (AN) y la Bulimia (BN), pero encontramos otros trastornos, así como categorías que engloban aquellos casos que no cumplen todos los criterios. Esta última categoría se establece porque para la psicología, cuando algo está afectando a la vida personal, social o laboral, así como si produce malestar significativo (físico o psicológico), el caso es digno de diagnóstico aunque no cuadre a la perfección con los criterios establecidos.

 

Vamos a conocer los distintos TCA, de más a menos conocido:

 

Anorexia nerviosa

Esta enfermedad, en alza en los últimos 50 años, conlleva consecuencias que pueden ser tan graves como la muerte. ¿Qué criterios se deben cumplir para un diagnóstico de AN?

  • Restricción de la ingesta, que produce un peso corporal significativamente bajo (inferior al mínimo normal o al peso mínimo esperado en el caso de niños y adolescentes).
  • Miedo intenso a ganar peso o comportamiento persistente que interfiere en el aumento de peso (incluso con un peso significativamente bajo).
  • Alteración en la percepción de su propio peso o constitución, autoevaluación física irreal, autoevaluación personal muy influida por su imagen o ausencia del reconocimiento de la gravedad del poco peso actual.

Puede ser:

Tipo restrictivo:

  • Durante los últimos 3 meses, no realiza atracones o purgas (vómito autoprovocado, laxantes, diuréticos o enemas).
  • La pérdida de peso es debida sobre todo a la dieta, el ayuno y/o el ejercicio excesivo.

Tipo con atracones/purgas:

  • Durante los últimos 3 meses, realiza atracones o purgas.

 

Estos “atracones” pueden ser similares a los que se presentan en la bulimia o subjetivos (el sujeto considera un exceso, cantidades poco mayores a lo habitual o por contener alimentos “malos”).

La gravedad de la AN se estima en adultos por el índice de masa corporal (IMC), en niños y adolescentes, en el percentil del IMC. Pincha aquí para saber más sobre el IMC.

La a OMS (Organización Mundial de la Salud), establece estos márgenes, aunque la gravedad puede aumentar según los síntomas clínicos, el grado de discapacidad funcional y la necesidad de supervisión.

 

Gravedad IMC
Leve Igual o mayor a 17 kg/m2
Moderado 16-16,99 kg/m2
Grave 15-15,99 kg/m2
Extremo Menor a 15 kg/m2

Hospitalización, peligro de muerte.

 

 

Bulimia nerviosa

En ocasiones se puede confundir con la Anorexia Nerviosa (purgativa), pero difiere en el método principal usado para el adelgazamiento, las características temporales y de los comportamientos compensatorios, los factores intervinientes, rasgos psicológicos, comorbilidad, efectos médicos secundarios al trastorno, etc. La BN, se caracteriza por:

  • Episodios recurrentes de atracones. El atracón se caracteriza por dos hechos:
    1. Ingestión en un periodo determinado, de una cantidad de alimentos claramente superior a la cualquiera ingeriría en tiempo y circunstancias similares.
    2. Sensación de falta de control durante el atracón (como no poder parar, o no controlar qué o cuánto comer).
  • Comportamientos compensatorios inapropiados, para evitar el aumento de peso (como el vómito autoprovocado, laxantes, diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo).
  • Los atracones y su compensación se dan, mínimo una vez a la semana durante 3 meses.
  • La autoevaluación personal se ve muy influida por su constitución y peso.

 

La gravedad de la BN se basa en la frecuencia de comportamientos compensatorios inapropiados, aunque puede aumentar para reflejar otros síntomas y el grado de discapacidad funcional.

 

Gravedad Compensación inapropiada a la semana
Leve 1-3
Moderado 4-7
Grave 8-13
Extremo 14 (o +)

 

 

Trastorno de atracones

Es fácil de confundir con la Bulimia nerviosa, así como pasar desapercibido. Aunque parezca similar a “comer por estrés”, este trastorno se caracteriza una falta de control muy superior, con fuertes sentimientos de humillación y vergüenza, que lejos de ser un método de alivio para el estrés, generan un enorme malestar en la persona que los padece. ¿Cómo se identifica?

  • Episodios recurrentes de atracones.
  • Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) hechos:
    1. Comer mucho más rápido de lo normal.
    2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
    3. Comer grandes cantidades cuando no se siente hambre física.
    4. Comer solo (debido a la vergüenza por la cantidad que se ingiere).
    5. Sentirse al acabar a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
  • Malestar intenso respecto a los atracones.
  • Los atracones se producen, mínimo una vez a la semana durante 3 meses.
  • No se dan comportamientos compensatorios inapropiados (se descarta si se padece BN o AN).

 

Su gravedad se basa en la frecuencia de los episodios de atracón y puede aumentar al reflejar otros síntomas y el grado de discapacidad funcional.

 

Gravedad Atracones semanales
Leve 1-3
Moderado 4-7
Grave 8-13
Extremo 14 (o +)

 

Pica

Es muy habitual en la infancia y en sujetos con otras patologías mentales de cualquier edad. Consiste en:

  • Ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias (durante mínimo 1 mes).
  • La ingestión es inapropiada al grado de desarrollo de la persona (edad, CI, madurez…).
  • La ingesta en cuestión, no forma parte de una práctica social o cultural.

Si se da junto a un trastorno mental o afección médica, su diagnóstico se efectuará si el suceso es suficientemente grave (cantidad, tipo de sustancia y consecuencias físicas).

 

Trastorno de rumiación

Este es un trastorno más común en la infancia, aunque puede aparecer a cualquier edad. Dentro de sus problemas encontramos patologías gastrointestinales y un gran peligro de asfixia, provocada por la aspiración de la comida durante la regurgitación. ¿De qué se trata este trastorno?

  • Regurgitación repetida de alimentos durante mínimo de 1 mes. Una vez regurgitados los alimentos, se vuelven a masticar, tragar o se escupe.

La regurgitación es voluntaria, no por una afección gastrointestinal, médica o por otro TCA (p. ej., reflujo gastroesofágico, estenosis pilórica, Bulimia nerviosa). Si los síntomas se dan junto otro trastorno mental, debe ser suficientemente grave para justificar atención clínica adicional.

 

Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos

Se ha añadido recientemente a los TCA. Aunque es una entidad propia, hace las veces de antesala de la anorexia nerviosa en la infancia. ¿Pero, en qué consiste?

  • Ocurre una alteración en la ingestión de alimentos, como: falta de interés aparente por comer, evitación de la comida por sus características (color, sabor, olor y textura) o preocupación sobre las consecuencias repulsivas de comer (sensación de estar lleno, defecar, miccionar, flatulencias, etc..).
  • Esto se refleja en el fracaso para cumplir las necesidades nutritivas y/o energéticas que supone:
    1. Pérdida de peso significativa (fracaso en el aumento de peso esperado o crecimiento escaso en niños).
    2. Deficiencia nutritiva significativa.
    3. Dependencia de la alimentación enteral o de suplementos nutritivos.
    4. Interferencia importante en el funcionamiento psicosocial.

El trastorno no se da por la falta de alimentos disponibles, una práctica cultural, afección médica, ni por otro TCA. Por tanto, no presenta un trastorno en el modo de ver el propio peso o constitución.

Si aparece junto a otro trastorno mental, para ser diagnosticado, su gravedad excede a la que suele asociarse a la afección o trastorno y justifica la atención clínica adicional.

 

Síndrome de ingestión nocturna de alimentos:

Este síndrome se encuentra dentro de la categoría Otro trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos especificado, y consiste en:

  • Episodios recurrentes de ingesta de alimentos por la noche. Un consumo excesivo de alimentos ya sea después de cenar o al despertarse del sueño.
  • Existe consciencia y recuerdo de la ingestión.
  • El acto no se explica mejor por influencias externas, como cambios en el ciclo de sueño o normas sociales y culturales.
  • El acto causa malestar significativo y/o problemas del funcionamiento.

No se explica mejor por el trastorno por atracón u otro trastorno mental, incluido el consumo de sustancias, trastorno médico o efecto de ninguna medicación.

 

Luna Cánovas Requena

Psicóloga Junior

Depresión en el anciano

La depresión en el anciano es, junto con la demencia, la enfermedad mental más frecuente en esta etapa de la vida. A pesar de esto, es una enfermedad que pasa con frecuencia desapercibida y, sin embargo, es la responsable no sólo de un importante sufrimiento para el paciente y su entorno, sino también de un incremento en la prevalencia y mala evolución de otras complicaciones médicas. Es muy importante saber que el ánimo depresivo no forma parte del envejecimiento normal y no es un acompañamiento natural e inevitable del mismo.

Los datos que baraja la OMS, en torno a la salud mental del colectivo geriátrico, indican que el 25% de ellos presenta algún tipo de trastorno psiquiátrico; entre tales trastornos destaca la depresión como el más frecuente hasta los 75 años. Sin embargo, la prevalencia de la depresión en este colectivo varía enormemente dependiendo de las circunstancias en que los ancianos se encuentren:

• 10% de los ancianos que viven en la comunidad.

• 15-35% de los que viven en residencias.

• 10-20% de los ancianos hospitalizados.

• 40% de los ancianos que tienen un trastorno somático y reciben tratamiento.

• 50% de los ancianos hospitalizados en centros psiquiátricos.

No obstante, y a pesar de estas elevadas cifras de prevalencia, la depresión es la enfermedad mental del anciano con mejor pronóstico, dado su carácter reversible con un tratamiento adecuado.

Los síntomas pueden ser similares a los de una depresión en el adulto pero otras veces no están claramente presentes y son difíciles de detectar:

  • El humor depresivo puede pasar desapercibido por el aplanamiento afectivo de algunos mayores.
  • Muchos ancianos no saben reconocer que está deprimidos y no se quejan.
  • Los síntomas principales de la depresión como la pérdida de energía, la pérdida de interés, la pérdida de apetito, la astenia, el insomnio, las alteraciones cognitivas y el enlentecimiento psicomotor pueden atribuirse erróneamente al envejecimiento.
  • Las quejas somáticas pueden ser el primer síntoma y a veces el único en las etapas iniciales de la enfermedad, además pueden aparecer quejas hipocondriacas y alguna enfermedad concomitante que dificulte aún más el diagnóstico.
  • Otras veces los síntomas son únicamente de ansiedad, inquietud psicomotriz o agitación, y otras veces son síntomas psicóticos lo cual puede llevar a confundir el diagnóstico y errar en el tratamiento.

Ante cualquier cambio en su actitud, en su carácter, en sus hábitos…, conviene pensar en la posibilidad de una depresión y ante la duda consultar con el médico de familia que si descarta patología orgánica tiene la opción de consultar con el psiquiatra.

La depresión en el anciano requiere ser diagnosticada pronto y con precisión, para evitar las consecuencias negativas a las que puede conducir. Debería valorarse sistemáticamente el estado de ánimo al igual que le controlamos la tensión arterial o la glucosa en sangre.

Un aspecto especialmente crítico es el riesgo de suicidio en el paciente anciano deprimido. Sabemos que este riesgo es mayor en las depresiones del anciano que en las edades más jóvenes.

Los principales factores de riesgos de la depresión en el anciano son:

  • Biológicos: factores genéticos, sexo femenino, y los que se dan con mayor frecuencia a medida que aumenta la edad, disfunción de neurotransmisores, cambios endocrinos, cambios vasculares cerebrales, enfermedad médica (algunas enfermedades frecuentes en la edad avanzada se asocian a prevalencias elevadas de depresión).
  • Psicológicos: como algunos atributos de la personalidad, el neuroticismo elevado o las distorsiones cognitivas.
  • Sociales: eventos estresantes de la vida (por ejemplo, la muerte de un amigo cercano o un cambio de residencia), el estrés crónico, un bajo nivel socioeconómico, situaciones de soledad, real o percibida por el anciano, los ancianos que viven solos o alejados de la familia o de los amigos tienen un riesgo elevado de presentar depresión.

El tratamiento habitual de la depresión en los ancianos incluye:

  • Psicoterapia: como la terapia Interpersonal, la logoterapia, terapias dinámicas o terapias cognitivo-conductuales, entre otras.  
  • Psicofármacos, fundamentalmente los antidepresivos, aunque también pueden utilizarse otras sustancias coadyuvantes como antipsicóticos atípicos, litio, antiepilépticos, estimulantes y hormonas.

Es importante la valoración de los efectos adversos, la tolerancia y las interacciones. En el paciente anciano el manejo debe ser más cuidadoso, los efectos adversos suelen ser más frecuentes y en ciertas ocasiones más peligrosos que en jóvenes, suelen tolerarse peor y lo habitual es que tomen varios fármacos para otras patologías lo que aumenta la posibilidad de interacciones.

La familia puede ayudar explicándole  el carácter temporal de la depresión, comentarle la frecuencia del trastorno, comunicarle la buena evolución si ésta se produce, reconvenir su tendencia a ver todo lo negativo, mantenerse siempre en una postura dialogante y flexible con el enfermo y sobre todo dejarle expresarse.

No hay que pedirle que levante el ánimo y ponga algo de su parte, no aconsejarle que se vaya de viaje o de vacaciones para olvidar, no intentar convencerle si su estado es delirante, y no persuadirle de que hay mejoría, aunque no la haya.

Y en general es recomendable un envejecimiento proactivo, tener una visión positiva de lo que se ha vivido y logrado, pensar que es uno mismo el que la puede cambiar, hacer deporte regularmente y llevar una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea.

Antonio Micol

Médico-Psiquiatra

¿Quieres conocer más sobre la depresión?

Pensamientos Automáticos Negativos

¿Qué es un PAN y cómo nos influye?

Un PAN es un Pensamiento Automático Negativo, unos ejemplos serían: “Qué idiota soy”, “Seguro que no me sale”, “Soy un torpe”. Todos estos pensamientos forman parte de nuestro lenguaje negativo interno cotidiano.

Hay que entender que una persona puede tener muchas opiniones, creencias y sentimientos que se contradicen entre sí y eso no hace que tengan menos valor. Por ejemplo, puedes tener muchas ganas de empezar en tu trabajo nuevo, sentirte orgulloso y emocionado, pero a la vez no querer empezar porque te impresiona y te impone.

Todos los sentimientos son válidos, pero tienen la importancia que le otorguemos dentro de la balanza de todo lo que sentimos, conocemos y pensamos. Esto pasa también con estos pensamientos automáticos. No todo lo que pensamos es cien por cien real, no todo lo que sentimos tiene sentido y nuestros actos no tienen siempre que representar nuestras opiniones, ni quienes somos. Si aceptamos esto, nos liberaremos de mucha de la culpa que sentimos y le podremos restar importancia a estos PAN cuando aparezcan.

Estos pensamientos automáticos negativos vienen de forma inconsciente de aquel lugar en nuestra mente donde guardamos nuestros miedos, nuestros traumas, nuestras experiencias del pasado, nuestras inseguridades… de los esquemas de pensamiento que hemos ido adquiriendo y asumiendo a lo largo de nuestra vida. Son de aquella parte oscura de nosotros, que ha adoptado aquello que le han inculcado, que está acomplejada, enfadada, en alerta y triste, con una visión negativa de todo, incluyendo de nosotros mismos.

Podemos imaginar, para visualizarlo mejor, la sombra que acompañaba a Peter Pan: aunque era parte de él, solía meterle en líos. Pues esta sombra de nosotros mismos es la que nos susurra esos PAN, de forma inconsciente, irracional y cuando menos lo esperamos. No podemos deshacernos de esa sombra, pero podemos no darle más importancia de la que tiene, no alimentarla y ponerla en su lugar, detrás de nosotros, no marcando nuestros pasos.

En la medida en que atendamos a esos PAN y los creamos propios, les estamos dando visibilidad, les estamos dotando de importancia. Este peso que le otorgamos va pesando en nuestra autoestima, en la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Puede provocar problemas sociales, laborales, incluso inducir trastornos del estado del ánimo, de ansiedad, obsesivo compulsivos, de la conducta alimentaria o simplemente “amargarnos la existencia”.

Para no sucumbir ante las garras de esta visión negativa sesgada e incompleta, el primer paso es diferenciar aquellos pensamientos que “son nuestros” de aquellos que son generados de forma automática por esa parte oscura, los PAN.

¿Cuáles son las características de los PAN y cómo puedo identificarlos?

Suelen ser negativos o dañinos (para nosotros mismos o para otros), por lo que provocan gran malestar, estrés y sufrimiento.

Son adquiridos (los imitamos, asumimos o adoptamos de nuestro entorno ya a una edad muy temprana, estando muy influidos por el mundo que nos rodea, en especial de aquellos que ejercen mayor influencia, padres, hermanos, héroes, profesores…).

Son reiterativos, concisos y específicos (suelen repetirse, incluso con las mismas palabras, usando un lenguaje característico).

Son inconscientes y reflejos (no son elaborados, sino reactivos o ligados a situaciones o emociones, por lo que no somos del todo conscientes de qué los genera o activa).

Son irracionales (sin una base real y sin estar sometidos a juicio).

Son incuestionables. Se presentan como frases sentenciosas e inamovibles, que al ser automáticas, no se llegan a analizar racionalmente, aceptándose como una verdad absoluta (sobre todo si se han adoptado de fuentes externas importantes para el sujeto).

Son incapacitantes y desadaptativos. Su contenido negativo socaba la autoestima y la voluntad, bien siendo un impedimento para nuestra conducta, bien incitando a la evitación o escape de ciertas experiencias y situaciones (si crees que vas a fracasar, lo más probable es que no lo intentes o procures escaquearte). Es decir, actúan de límites autoimpuestos, que nos impiden o dificultan alcanzar nuestros propósitos y ser nosotros mismos.

Son en primera persona (“Soy tonto”). Aunque también pueden presentarse en segunda persona (“Mira que eres tonto”), el hecho de que se den en primera persona nos hace aceptarlos como propios, representantes de nuestro concepto de nosotros mismos y por tanto, que creamos con mayor fuerza en la veracidad de su contenido.

Son plausibles pero distorsionados. La raíz de la mayoría de esos PAN internos son frutos de distorsiones del pensamiento. Aunque el resultado de esa distorsión es verosímil, es fácil de desmontar si lo analizas consciente y racionalmente, buscando una base real que lo sustente o lo contradiga.

¿Qué es una distorsión del pensamiento?

Son sesgos en la lógica que nos inducen a pensamientos o creencias que no se ajustan a la realidad, cuyos análisis o conclusiones son fáciles de desmontar o no tienen una base sólida. Es decir, tendencias a pensar desde una perspectiva que distorsiona la información que recibimos, sacando conclusiones por lo general erróneas, que dan lugar a un pensamiento distorsionado, contraproducente y negativo, como los PAN.

¿Qué puedo hacer?

De momento, saber de la existencia de los PAN y de su efecto puede ponerte en alerta y darte la oportunidad de prestar una atención más crítica a tu diálogo interno. Podrías comenzar a conectar con tu interior haciendo el siguiente ejercicio: presta atención a cómo te hablas a ti mismo (qué te dices y cómo lo dices) y dedica un momento al día a analizar tus pensamientos haciéndote algunas de estas preguntas.

¿Soy amable o duro conmigo mismo?

¿Soy optimista con mis opciones? ¿Creo en mí?

¿Me doy valor o me lo quito?

¿Hay alguna frase negativa que me repito?

¿Pienso a menudo algo que me haga sufrir?

¿Cuánto creo en lo que acabo de pensar de 0 a 10?

Puedes consultar nuestro artículo relacionado con las «Distorsiones Cognitivas, Parte 1». Saber de ellas es el primer paso para dominarlas. Al conocerlas y aprender a identificarlas, podemos ser conscientes de su presencia para así gestionarlas de una forma distinta, quitándoles importancia o bloqueándolas, para que no influyan en nuestra conducta o sentimientos. ¡Estad pendientes de nuestras redes sociales, iremos adelantando la comunes!

Para ayudaros a manejar esos PAN y pensamientos distorsionados, podéis leer en nuestro blog “Cómo afrontar los Pensamientos Negativos | 6 claves para conseguirlo”, donde os facilitamos distintas herramientas de mucha utilidad a la hora de lidiar con vuestra sombra interior.

Bibliografía consultada (en parte) para las características

https://www.tupsicologia.com/los-pensamientos-negativos-automaticos/

http://carmenespinosa.es/caracteristicas-de-los-pensamientos-automaticos/

Luna Cánovas Requena

Psicóloga Junior

Insomnio: el trastorno del sueño más frecuente en adultos

El sueño es una necesidad básica del organismo y, como tal, es imprescindible para la supervivencia. Entre sus funciones se encuentran la de regular la temperatura corporal, recuperación de tejidos, reparación cerebral, etc.

El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en adultos (6-10% de la población) y se caracteriza por problemas en la iniciación o mantenimiento del sueño y por la presencia de un sueño no reparador, llegando a producir un deterioro importante en la vida diaria.

Tipos y causas

En primer lugar podemos distinguir entre:

  • Insomnio primario. El problema es el insomnio en sí.
  • Insomnio secundario. El trastorno del sueño es debido a una enfermedad, consumo de sustancias, etc.

Si ahondamos más en la causa nos encontramos con:

  • Insomnio agudo. La causa es un acontecimiento estresante, como una oposición, boda,  etc. Este tipo de dificultad del sueño cesará cuando desaparezca el suceso estresante o la persona consiga adaptarse a la situación.
  • Insomnio psicofisiológico. Este tipo se basa en una preocupación excesiva por el sueño cuando hay intención de dormir, tendiendo a la somnolencia cuando es una siesta no programada o hacemos algo rutinario. La actividad mental es alta, con muchos pensamientos intrusivos y también una gran tensión física que dificulta la relajación. A lo largo del día se teme el momento de ir a dormir, puesto que la persona entra en una espiral de nerviosismo y ansiedad.
  • Insomnio debido a trastornos mentales. Imaginemos el caso de una persona que está sufriendo ansiedad, depresión o cualquier otra enfermedad y los propias síntomas dificultan la capacidad de tener un sueño adecuado.
  • Insomnio debido a problemas médicos. Como en el caso anterior, al estar relacionado con una enfermedad o problema, su curso fluctuará en torno a esta.

¿Realmente sufro insomnio?

En el DSM-5 (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se exponen los siguientes criterios para el diagnóstico del insomnio:

  • Dificultad para iniciar el sueño.
  • Dificultad para mantener el sueño, con numerosos despertares y/o problemas para volver a coger el sueño después de estos.
  • Despertar precoz por la mañana, sin poder dormir de nuevo.

Existe un deterioro en la vida del individuo, bien sea por la alteración del sueño o por la fatiga diurna asociada.

Debe producirse al menos 3 noches a la semana durante un mínimo de 3 meses.

¿Qué ocurre cuando hay un déficit de sueño?

               Durmiendo una media de 4 o 5 horas cada 24 horas sería suficiente para mantener las funciones y supervivencia del organismo. No obstante, el punto óptimo de descanso parece situarse en algo más de 8 horas diarias, lo que incrementaría nuestro bienestar y calidad de vida. Un punto a tener en cuenta es el hecho de que las necesidades de sueño varían de una persona a otra e, incluso, en la misma persona a lo largo de su vida.

               La falta de sueño se suele asociar con una menor concentración, memoria, capacidad de abstracción, etc. así como con una mayor incidencia de enfermedades médicas de tipo hormonal, cardiovascular, inmunológica, psiquiátrica, etc. y una alteración del estado de ánimo.

Recomendaciones

  • Es importante recabar información acerca de la calidad de nuestro sueño y registrar diariamente los horarios y hábitos que probablemente estén afectando a nuestra calidad de sueño y promoviendo el insomnio. Para ello, podemos servirnos de un “diario de sueño”.
  • Higiene del sueño:
    • Alimentación. Evitar: acostarse con hambre, cenar muy copiosamente, alcohol y estimulantes (cafeína, teína, etc.).
    • Actividades. Evitar: actividad física intensa 2h previas a dormir, luz artificial constante (móvil, pc, tablet) y siestas a lo largo del día. Favorecer los rituales relajantes antes de dormir, como un baño templado, respiración profunda, etc. Establecer un horario habitual para dormir. Si pasados 20 min no nos dormimos, levantarnos y hacer algo rutinario o aburrido.
    • Condiciones ambientales. Ventilar la habitación, mantener una temperatura adecuada, ambiente tranquilo y sin ruidos, evitar luz intensa, higiene de la habitación.
  • Otros: detención de pensamientos negativos y preocupaciones. Ir a la cama cuando se tenga sueño y no utilizarla para actividades como ver la televisión o mirar redes sociales. Hacer algo de deporte diariamente facilita el sueño, siempre que no se haga justo antes de acostarnos, como hemos visto en el punto anterior.

Sonia Otálora Ballester

Psicóloga de adultos

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