TDAH EN ADULTOS

TDAH EN ADULTOS

TDAH EN ADULTOS

Algunos de los SÍNTOMAS COMUNES y más conocidos del TDAH son:

 

Hiperactividad: Inquietud, dificultad para quedarse quieto, sensación de inquietud interna y necesidad de estar en movimiento constante.

Inatención: Dificultad para prestar atención a detalles y mantener la concentración en tareas que requieren esfuerzo mental sostenido.

Impulsividad: Tendencia a actuar sin pensar en las consecuencias, interrumpir a otros, tomar decisiones apresuradas o tener dificultades para esperar su turno.

Procrastinación crónica: Dificultad para iniciar o completar tareas, a menudo posponiendo las responsabilidades hasta el último minuto.

Problemas de organización: Dificultad para organizar tareas y actividades, mantener un horario o seguir una rutina.

Problemas de memoria: Olvidarse de citas, compromisos u otras responsabilidades importantes.

Todos estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia en cada persona con TDAH.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es bien conocido en población infantil, pero ¿sabías que también lo sufren algunos adultos?

 

DIFERENCIAS ENTRE TDAH EN NIÑOS Y TDAH EN ADULTOS

 

Es posible que algunos adultos con TDAH hayan aprendido algunas estrategias de compensación o adaptación sobre sus dificultades y así hayan podido manejar sus síntomas, lo que puede dificultar el diagnóstico.

En los niños predomina la hiperactividad.  En adultos impera la inatención y esto se ve en su mala organización y gestión del tiempo, procrastinación y concentración, lo que puede afectar a su capacidad para mantener empleos, relaciones y responsabilidades diarias, como cumplir con plazos, llegar a tiempo a las citas o manejar las finanzas personales.

En caso de haber hiperactividad, es distinta a la de los niños, ya que éstos suelen mostrar comportamientos físicos como correr y trepar en exceso, pero los adultos pueden experimentar inquietud interna, impulsividad verbal o dificultad para relajarse, esto es una hiperactividad que se ve menos a simple vista. 

Los adultos con TDAH pueden haber pasado años sin un diagnóstico o tratamiento adecuado, por lo que algunos no tienen conciencia de su problemática, y han creído que lo que les ocurría era porque no se esforzaban suficiente o porque no eran capaces. Esto puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad o depresión.

La impulsividad y la falta de atención pueden afectar las relaciones interpersonales, ya que los adultos con TDAH pueden ser percibidos como desorganizados, olvidadizos o insensibles. Esto puede causar tensiones en las relaciones familiares, de amistad o laborales.

Los adultos con TDAH pueden experimentar problemas emocionales, con emociones intensas y cambios de humor rápidos, lo que puede afectar su bienestar emocional y su capacidad para manejar el estrés y la frustración.

La impulsividad puede llevar a comportamientos como gastar dinero de manera descontrolada, abusar de sustancias, comer en exceso o participar en comportamientos de riesgo.

La seguridad física de la persona adulta con TDAH puede verse afectada. Tareas como conducir un coche, manejar maquinaria pesada, utilizar sustancias químicas, entre otras, pueden entrañar un peligro, o al menos, requerir de un esfuerzo superior de lo que le puede suponer a otra persona.

La autoestima y el autoconcepto se pueden lastimar, especialmente si experimentan fracasos repetidos en áreas importantes de sus vidas.

No toda persona que tenga estas dificultades tiene TDAH, ni tampoco que todas las personas que tienen TDAH tengan todas esas dificultades. De ahí la importancia de tener en cuenta que estas son generalizaciones y que cada persona con TDAH es única.

Cuando alguien tiene un problema de salud, sea del tipo que sea, suele preguntarse por qué le ocurre, qué ha hecho mal, o quién se lo provocó. Debes saber que no hay una causa concreta, ni es culpa de nadie que esto se desarrolle. Lo que sí hay son FACTORES DE RIESGO, es decir, algo así como papeletas que todas ellas sumadas aumentan o disminuyen la probabilidad de padecer TDAH.

 

Entre esos factores de riesgo está la genética. Existe gran evidencia de que el TDAH tiende a ser hereditario.

También se han visto diferencias en la estructura y función cerebral. Específicamente, hay áreas del cerebro asociadas con la atención, la inhibición del comportamiento y el control de los impulsos que pueden funcionar de manera diferente en individuos con TDAH.

Otras observaciones apuntan a desequilibrios químicos en el cerebro. Se cree que los niveles anormales de dopamina y norepinefrina pueden estar involucrados en el desarrollo del TDAH.

Son muy importantes los factores ambientales, es decir, el entorno de la persona en sus primeros momentos de desarrollo. Pueden incluir exposición prenatal al tabaco, alcohol o drogas, metales pesados, pesticidas u otros productos químicos tóxicos, complicaciones durante el embarazo o el parto, exposición a toxinas ambientales, bajo peso al nacer, vivencia de eventos traumáticos tempranos en la infancia, como abuso, la negligencia, la exposición a violencia doméstica y privación emocional.

No podemos olvidar el entorno socioeconómico. La pobreza, la inestabilidad familiar, el acceso limitado a recursos educativos y de salud mental, y otros pueden aumentar el riesgo de TDAH en adultos.

Tradicionalmente el TRATAMIENTO DEL  TDAH ha sido la medicación y terapia cognitivo-conductual, además hay más alternativas válidas para abordarlo, como las terapias de tercera generación y un enfoque específico en la regulación emocional.

Uno de los objetivos terapéuticos actuales es la comprensión de las emociones, identificarlas y comprenderlas, saber autorregularlas y gestionarlas de manera efectiva y saludable. Esto puede implicar técnicas para la gestión del estrés, la resolución de conflictos, la planificación y la toma de decisiones conscientes. Así como se trata de abordar la autoestima, ansiedad y depresión. También estrategias para manejar la impulsividad y la falta de atención en situaciones cotidianas.

Si te has identificado con algunas de las cosas mencionadas y quieres consultar con nuestro equipo algo más concreto sobre tu propio proceso contacta con nosotros. De igual forma, si hay más aspectos sobre este tema de los que te gustaría saber y te gustaría que los abordáramos en otros artículos también queremos saberlo.

 

Si te ha resultado útil, déjanoslo en comentarios y apúntate a nuestra newsletter.

Aquí tienes algunas referencias por si quieres consultar:

Fernández-Jaén, A., López-Martín, S., & Albert, J. (2014). Factores ambientales en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Revista de Neurología, 58 (Supl 1), S11-S18.

Ramos-Quiroga, J. A., Casas, M., & Castells, X. (2013). Trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Guía práctica para su diagnóstico y tratamiento. Ars Médica.

Ramos-Quiroga, J. A. (Ed.). (2016). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adultos. Ars Médica.

Weibel S, Menard O, Ionita A, Boumendjel M, Cabelguen C, Kraemer C, Micoulaud-Franchi JA, Bioulac S, Perroud N, Sauvaget A, Carton L, Gachet M, Lopez R. Practical considerations for the evaluation and management of Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) in adults. Encephale. 2020 Feb;46(1):30-40. doi: 10.1016/j.encep.2019.06.005. Epub 2019 Oct 11. PMID: 31610922.

 

 

Ana Belén Ortín Aguilar

Psicóloga General Sanitario

 

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Autoexigencia Excesiva

Autoexigencia Excesiva

AUTOEXIGENCIA EXCESIVA

¿Qué es?

 

La autoexigencia excesiva se refiere a la tendencia de algunas personas a fijarse metas o estándares elevados, a veces prácticamente inalcanzables. Es una actitud donde uno se impone muy altas expectativas y se compromete a cumplirlas con determinación y esfuerzo.

La autoexigencia en sí misma no es negativa si es equilibrada, adaptativa y que se adecúa a nuestras capacidades y recursos. Puede ser saludable si nos impulsa a crecer y mejorar de manera realista, en lugar de generar estrés excesivo o expectativas poco realistas.

De hecho, la autoexigencia es funcional ya que es necesaria para movilizarnos hacia lo que queremos lograr, es un impulso extra para ser mejores, nos motiva a superar retos, nos mueve a conseguir objetivos claros, podemos exigirnos y a la vez ser realistas y amables con nosotros mismos.

Solo pasa a ser una autoexigencia nociva y disfuncional cuando sobrepasa ciertos límites y ya ningún esfuerzo parece suficiente, hay constantes pensamientos de que “pude hacerlo mejor”, todo debe ser perfecto, o no está permitido ni el error ni la equivocación. Dependiendo de la intensidad de la autoexigencia, el resultado va a ser diferente.

curva autoexigencia

 

¿Qué hay detrás del “soy muy autoexigente”?

 

Si dices a menudo esta frase puede que te identifiques con alguna/as de las siguientes afirmaciones. En el pasado te prestaran más atención cuando te portabas bien. Recibías pocos halagos o refuerzos positivos. Recibías una educación basada en el esfuerzo y en el sacrificio. Se te ha recompensado y reconocido solo en función de tus resultados. Siempre había algo que corregirte. Como solías conseguir buenos resultados ya no se esperaba otra cosa de ti. O quizás alguien te dijo que no ibas a conseguir nada y algo te hizo querer demostrar lo contrario.

 

¿Cómo puede afectar la autoexigencia excesiva?

 

Las personas con alta autoexigencia pueden mostrar dificultad para relajarse. Además, como la perfección no existe tal y como la imaginan, se frustran y se pueden enfadar fácilmente.

En la mayoría de los casos, estas personas mantienen un discurso consigo mismos basado en la autocrítica continua y excesiva, a veces, autodestructiva. Pueden ser capaces de hacer esfuerzos demasiado grandes o desmedidos para llegar a su meta.

Algo que les suele acompañar también es la rigidez cognitiva, esto es la incapacidad para adaptar sus pensamientos, actitudes o comportamientos a situaciones nuevas o cambiantes.

Lo que realmente encierra esta forma de estar consigo mismo, es mucho sufrimiento e inseguridad. Se comparan continuamente. Su autoconcepto depende de si consiguen o no los objetivos. A veces, puede haber un miedo muy profundo a ser malo, mediocre, defectuoso o imperfecto.

Presentan un sesgo atencional hacia lo negativo, es decir, tienden a centrarse en lo que está mal, minimizando sus propios logros y magnificando los errores. Aunque pueden alcanzar sus objetivos, no disfrutan del proceso ni sienten satisfacción con los resultados. Sin embargo, experimentan gran malestar si no logran cumplir sus metas.

A veces, se puede hacer difícil salir del círculo de la autoexigencia, ya que se tiene miedo al fracaso y al rechazo, pero para compensar se busca el perfeccionismo, que como no se llega a alcanzar de manera total y absoluta, entonces uno se frustra, siente ansiedad, inquietud y se cree que no puede hacer nada. Sin embargo, como tiene miedo a fracasar y a que le rechacen, se vuelve a iniciar el ciclo.

Esta actitud puede llevar al aislamiento social, por la pérdida de amistades debido a la competencia constante. También puede ocurrir que la persona exija a los demás los mismos estándares que se exige a sí misma y por eso genere rechazo.

Suele asociarse con sentimientos de tristeza, depresión y un estado de ánimo bajo, así como ansiedad y estrés crónico. Este malestar se puede traducir en manifestaciones físicas como tensión muscular, problemas gastrointestinales y agotamiento físico.

Las personas con gran autoexigencia tienden a rumiar constantemente sobre errores pasados, criticarse de forma excesiva y experimentar dificultades de concentración en tareas debido a la preocupación constante por el rendimiento.

Se puede terminar descuidando actividades placenteras, ya que se perciben como obstáculos para alcanzar las metas.

Puede haber un comportamiento centrado en la verificación excesiva de errores, la repetición constante de tareas, dedicar un tiempo desproporcionado a completar una tarea debido al perfeccionismo y procrastinar por miedo a cometer errores.

 

¿Cómo combatir esa autoexigencia excesiva y sus consecuencias?

 

Será fundamental fomentar la autoaceptación, que ayuda a la persona a comprender que está bien cometer errores y que la perfección no es realista ni necesaria. Lo que sí es necesario es aceptarse a uno mismo con sus imperfecciones.

Practicar la autocompasión. En consulta, a menudo animo a preguntarse si tratarían a otros de la misma manera que se tratan a sí mismos, y la respuesta suele ser que no. La autocompasión implica la amabilidad hacia uno mismo, ser piadoso, en lugar de crítico.

Promover la flexibilidad cognitiva permite adoptar una perspectiva más flexible sobre los estándares y expectativas. Es recomendable considerar diferentes puntos de vista y a ser más comprensivo consigo mismo y con los demás.

Hay algunas pautas sencillas para empezar a mejorar en el día a día, como dividir las metas en pasos más pequeños y manejables. Esto hace que las metas parezcan menos abrumadoras y más alcanzables. También está bien establecer un plan de acción con hitos claros que permita medir el progreso a lo largo del tiempo.

Permitirse celebrar los logros hace que se pueda reconocer y disfrutar de los logros propios, por pequeños que sean. Esto refuerza la autoestima, y motiva a seguir avanzando hacia otras metas.

Es necesario aprender habilidades de afrontamiento efectivas para manejar el estrés y la ansiedad, como la respiración profunda, la meditación o el mindfulness. Fomentar el desarrollo de habilidades de resolución de problemas y la capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes.

Habrá que impulsar el autocuidado para priorizar el bienestar físico y emocional, así como establecer límites saludables, hacer ejercicio regularmente, mantener una dieta equilibrada, dormir lo suficiente y participar actividades agradables y que ayuden a relajarse. Esto hará que aumente el bienestar general de la persona y se despegue del sufrimiento autoimpuesto.

El entorno, es decir, los que estén alrededor de la persona afectada tendrán que proporcionarle apoyo y comprensión. Validarán sus sentimientos y experiencias, y animarán a expresar sus preocupaciones y temores de manera abierta y honesta.

Promover la búsqueda de ayuda profesional será conveniente si la autoexigencia está causando un malestar significativo en la vida de la persona. Un profesional de la salud mental puede proporcionar apoyo, orientación y otras estrategias específicas para abordar el asunto.

Ana Belén Ortín Aguilar

Psicóloga General Sanitario

 

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LA HIGIENE DEL SUEÑO

LA HIGIENE DEL SUEÑO

 

HIGIENE DEL SUEÑO

1. FASES DEL SUEÑO

 

 

 

2. NORMAS DE HIGIENE DEL SUEÑO

 

– Alimentación:

        a) No acostarse con hambre
        b) Cenar 2-4 horas antes de acostarse
        c) En caso de hambre tomar un vaso de leche caliente, yogurt o infusión sin teína.
        d) Prescindir antes de dormir de sustancias estimulantes: dulces, frutas ácidas…
        e) Evitar alcohol y drogas
        f) Evitar levantarse para comer o beber durante la noche (dejar un vaso de agua/leche en la mesita)
       g) Controlar la temperatura de los alimentos (ni muy fríos ni muy calientes).

 

– Actividades:

      a) Evitar realizar actividad física intensa 2 horas antes de dormir.
      b) Es mejor realizar actividades de energía baja que no necesiten mucha  atención ni constancia.

      c) Realización de “rituales” antes de dormir facilitarán la transición hacia el sueño: baño templado de corta duración, sonidos y olores relajantes…

      d) Evitar luz artificial constante como el ordenador
      e) Si pasan 20 min y no nos dormimos es mejor levantarse e ir a otra habitación y hacer una actividad rutinaria.
      f) Regular el momento de ir a dormir. Hay que tener un intervalo de tiempo en el que se realiza.
     g) Evitar las siestas (salvo excepciones en algunas personas).

 

– Condiciones ambientales:


   a) Temperatura ideal está entre los 18-20 grados centígrados.
   b) Evitar luz intensa y si se necesita, preferiblemente que sea lo más natural y tenue posible.
   c) Ventilar todos los días.
   d) Vigilar la calidad de la cama.
   e) Favorecer un ambiente tranquilo y sin ruido.
   f) Mantener la higiene en la cama y en la habitación en general.

 

– Otros factores a tener en cuenta:


a) Atención a los pensamientos y preocupaciones: pueden activarnos y
llevarnos a tener dificultades a la hora de dormir.
b) La cama debe utilizarse para dormir únicamente.

3. NORMAS PARA EL CONTROL DE ESTíMULOS


– Restringir el tiempo en de cama tanto como se pueda, adecuándolo al momento en
el que realmente están durmiendo.


– Nunca reducirlo a menos de 5 horas por noche.


– Es conveniente regular los momentos de sueño: es importante mantener una
regularidad horaria al acostarse y levantarse. Por ejemplo si se duermen 6 horas, se
puede adecuar el momento de ir a la cama a la 01:00 a.m. para así despertarse a las
07:00 a.m.


– Evitar siestas o ensoñaciones.


– Progresivamente iremos aumentando el tiempo de cama, con un ritmo determinado
adaptado a la persona.


4. DISTORSIONES COGNITIVAS DEL SUEÑO


– Identificarlas


a) Abstracción selectiva: solo se percibe aquello que concuerda con nuestro
estado de ánimo. “Esto es horrible/ insoportable”.


b) Pensamiento polarizado: todo/nada. “nunca conseguiré dormir”, “esto
siempre será así”…


c) Sobregeneralización: extraer una conclusión general de un hecho concreto.
“Si no soy capaz de dormir, mañana todo será un desastre”.


d) Interpretación del pensamiento: sacar conclusiones sin base para ello. “Eso
es porque…”, “eso lo ha dicho por…”

e) Visión catastrófica: “¿y si me ocurre a mi?”.


f) Personalización: “ese comentario lo hace por mi”, “me suelta indirectas”


g) Maximización y minimización: se da mayor importancia a los acontecimientos
negativos y se minimiza la importancia de los positivos. “Se ahoga en un
vaso de agua”.


h) Falacia del cambio: la persona piensa que su bienestar depende de los actos
de los demás, de que las otras personas cambien su conducta. “Si tal
persona hiciera tal cosa, entonces yo podría hacer tal otra”.


i) Falacia de control: la persona se percibe con un grado de control irreal sobre
los acontecimientos que le suceden o sobre las personas de su entorno.
“Tengo que conseguir dormirme ya”.


j) Razonamiento emocional: la persona cree que los acontecimientos
concuerdan con las emociones que le suscitan. “Si me siento así, es que ha
sucedido”.


k) Falacia de justicia: valorar como injusto todo aquello que no concuerda con
nuestra forma de pensar. “Es muy injusto”.


l) Etiquetas globales. “Los humanos tienen que dormir 8 horas”.


m) Culpa: la persona se siente responsable de todo lo que le ocurre (o bien
siente que no tiene ninguna responsabilidad) “Es culpa mia”.


n) Los deberías. Formas de pensar rígidas y severas “ debería”, “no debería”,
“tiene que ser”…


o) Falacia de recompensa divina: “Dios, ayudame a…”, “la suerte me hará
encontrar…”.


p) Falacia de razón: la persona cree estar en posesión de la verdad e ignora los
razonamientos de los demás. “Yo tengo la razón en…”. “los demás no tienen
ni idea”.


q) No reconocer esfuerzos o avances. La persona tiende a pensar que las
cosas positivas que suceden son por casualidad o porque otra persona hizo
algo y no por sus propios esfuerzos. “No mejoro nada”, “salió bien por
casualidad”.


– Tiempo para pensar (nunca antes de ir a la cama). Cuando estando en la cama
aparezcan pensamientos estresantes o de preocupación, nos diremos simplemente
que los vamos a dejar para mañana, los pensaremos en “el tiempo de pensar”.


– Relajación/respiración diafragmática.


– Mindfulness.

 

Lola García Sánchez

Psicóloga General Sanitario

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Dependencia Emocional

Dependencia Emocional

 

DEPENDENCIA EMOCIONAL

 

La dependencia emocional es un tema poco comprendido y tratado. Es una de esas cuestiones psicológicas que nos caracteriza como seres humanos, pertenecientes a “animales sociales” que están destinados, para bien o para mal, a las relaciones con nuestros congéneres.

Se define la dependencia emocional como la incapacidad de liberarse de una relación disfuncional. Aunque también puede darse en otras relaciones, como las que se dan entre padres e hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, etc., el foco de este artículo será en las relaciones de pareja. La diferencia entre el amor normal, (que de por sí implica un cierto componente de necesidad) y la dependencia es meramente cuantitativa. Podríamos imaginar una representación continua de los sentimientos en las relaciones afectivas para ilustrar mejor la diferencia entre querer y necesitar, o entre amor y extrema necesidad.

  

Características de una persona con dependencia emocional

Las características que se dan en las  personas emocionalmente dependientes  en el área de la pareja son:

  • Una necesidad excesiva del otro y un deseo de acceso constante hacia él/ella. Es una expresión de la necesidad psicológica que la persona dependiente tiene de su pareja. Puede manifestarse como un deseo constante de hablar con él, llamadas telefónicas constantes, apariciones imprevistas en el trabajo, realizar cualquier actividad con la otra persona, no poder completar una tarea independiente sin sentir la necesidad de mantenerse en contacto con la pareja, etc. Los dependientes en ocasiones describen este sentimiento como el “hambre” de la pareja.

La reacción de la pareja suele ser de agobio. Esto puede traer consecuencias de diferentes tipos, como puede ser la ruptura precoz de la relación o la demarcación de límites estrictos.

 

  • Deseos de exclusividad en la relación.

 

  • Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. Esta es una de las características más frecuentes y notorias en el entorno social. La persona emocionalmente dependiente ve su relación como el centro de su existencia, el foco de su atención y el propósito de su vida.

 

  • Idealización de la pareja. A pesar de ser consciente de los defectos de su pareja a lo largo de su relación, el dependiente los idealiza con frecuencia.

La pareja representa todo aquello que no tiene el dependiente.

 

  • Relaciones basadas en la sumisión y subordinación. La sumisión del dependiente hacia su pareja es una respuesta casi inmediata, no tiene problema en plegarse ante la persona que admira.

 

  • Historia de relaciones de pareja desequilibradas. En general, la vida amorosa de una persona con dependencia emocional es una sucesión de relaciones de pareja, conflictivas y desequilibradas que se inician ya en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta.

 

  • Miedo a la ruptura. Una vez superadas las etapas iniciales de la relación, el dependiente experimenta una intensa ansiedad por la posible disolución de la relación. El fantasma de la ruptura ronda siempre sobre su cabeza.

 

Fases:

Las fases de las relaciones de pareja de los dependientes emocionales se pueden resumir de la siguiente manera:

fases de la dependencia emocional

 

 

Factores

Los factores que pueden causar la dependencia emocional se agrupan en cuatro:

 

Carencias afectivas tempranas:

Las carencias afectivas tempranas nos indican la ausencia, quizá no total pero sí muy notable, de un elemento positivo y necesario como es el cariño. Lógicamente, la gravedad de la dependencia emocional guardará relación con la magnitud de dichas carencias.

Mantenimiento de la vinculación y focalización excesiva en fuentes externas de la autoestima:

La vinculación afectiva es, obviamente, la reacción más normal y frecuente en las personas. También es sin duda, la más deseable para un desarrollo emocional y de la personalidad adecuada. No obstante, existen circunstancias en las que se produce dicha vinculación afectiva con personas que no corresponden de manera satisfactoria a esos sentimientos. La persona  emocionalmente dependiente, en estas circunstancias interpersonalmente desfavorables, decide insistir en su búsqueda de los demás y se mantiene vinculado afectivamente a ellas. La vinculación afectiva con personas que no son afectuosas y que además son hostiles, acarrea consecuencias basadas en la formación de esquemas y pautas disfuncionales sobre uno mismo y los demás.

    Factores biológicos:

    Los varones pueden activar con mayor facilidad que las mujeres la vía de desvinculación afectiva. Las mujeres tienen mayor disposición a la empatía, a la compasión y al contacto social, lo cual es indicativo de una mayor tendencia a la vinculación afectiva. En consecuencia, podemos pensar que a las mujeres les resultará mucho más difícil desvincularse afectivamente. Lo cual hace que esta patología sea mucho más frecuente en mujeres que en varones, algo que es un hecho constatable continuamente en la experiencia clínica. Además del factor género, el temperamento y la dotación genética también desempeñan un papel relevante en la formación de la dependencia emocional.

    Factores socioculturales:

    Cada cultura tiene diferentes modelos de pareja y los roles masculino y femenino que se desempeñan en ella tienen también una gran influencia social. En nuestra cultura occidental existe el prejuicio de que la mujer está más interesada en la pareja que el varón. Sean ciertos o no, son estereotipos y prejuicios culturales que influyen también en nuestro comportamiento.

     

     

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

     

    Blasco, C., & DEL CONCEPTO, J. A. (2005). Dependencia emocional. In I Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero-15 de Marzo 2000 [citado:*]; Conferencia 6-CI-A:[52 pantallas]. Disponible en: http://www. psiquiatria. com/congreso/mesas/mesa6/conferencias/6_ci_a. htm.

    Castelló, J. (2000, March). Análisis del concepto dependencia emocional. In I Congreso Virtual de Psiquiatría (Vol. 5, No. 8).

    Rodríguez de Medina Quevedo, I. (2013). La dependencia emocional en las relaciones interpersonales.

     

     

     

    Encarnación Sánchez Quesada

    Psicóloga General Sanitario

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    Consejos para familiares con pacientes TLP

    Consejos para familiares con pacientes TLP

     

    Cómo actuar ante comportamientos autodestructivos en pacientes TLP

     

    ¿Qué es TLP?

     

    El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es un trastorno que es caracterizado por un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y una notable impulsividad, que comienza en la adolescencia o principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

    El Trastorno Límite de la Personalidad es el más frecuente de entre todos los trastornos de la personalidad. Se diagnostica predominantemente en mujeres, con una relación estimada por sexos 3:1. Es más frecuente entre los familiares de primer grado (padres, hijos, hermanos) que en la población general. Este trastorno se asocia a otros tales como el abuso y dependencia de alcohol y otras drogas, trastorno antisocial de la personalidad, trastornos del estado de ánimo y de control de impulsos.

    La adolescencia es un período crítico para su emergencia, relacionándolo con rasgos de impulsividad e inestabilidad emocional, y con factores ambientales como patrones de crianza disfuncionales, abuso sexual o físico, acontecimientos vitales estresantes y psicopatología materna, entre otros.

    Existe una considerable variabilidad en el curso del TLP. Los síntomas agudos se reducen más que los síntomas temperamentales. El deterioro del funcionamiento y el riesgo de suicidio son mayores en los adultos jóvenes y disminuyen gradualmente con la edad. La tendencia a experimentar emociones intensas, a actuar de forma impulsiva y a vivir las relaciones con gran intensidad suele perdurar toda la vida. Durante la década de los 30 y 40 años, la mayoría de las personas con este trastorno logra una mayor estabilidad en sus relaciones y funcionamiento profesional.

    Uno de los problemas más preocupantes asociados al TLP es el suicidio y el parasuicidio (conductas autolesivas sin intención de ocasionar la muerte). Los gestos autodestructivos e intentos de suicidio deben tomarse muy en serio, pues aproximadamente un 9% de los pacientes pueden llegar a suicidarse, siendo el riesgo mayor en los primeros años de la edad adulta.

    Los comportamientos autodestructivos y conductas suicidas son, de entre todas las características de los pacientes con trastorno limite, los que inducen reacciones emocionales más intensas en aquellos que conviven con ellos y también en los profesionales que los tratan.

     

    ¿Qué motivaciones puede haber para estos comportamientos?

     

    Los comportamientos autodestructivos pueden clasificarse en base a las funciones que cumplen:

    Comunicación de malestar. Generalmente estos actos tienen lugar cuando el paciente siente el peligro de perder a alguien importante para ellos. Estos gestos suelen ser formas de reclamar la atención y al mismo tiempo una forma de protesta rabiosa por la inatención o abandono.

    Alivio de sentimientos dolorosos. Estos pacientes suelen experimentar emociones de forma muy intensa. En ocasiones, los comportamientos autodestructivos no son más que un intento de “quitarse de en medio” o “dejar de sentir dolor”. Otras veces, los pacientes tratan de recobrar el sentido de la realidad perdido (experiencias de desconexión de la realidad) En estos casos, el dolor o sensación física les permite regresar a un estado de conciencia normal, lo que es experimentado con sensación de alivio.

     

    ¿Qué pueden hacer los familiares frente estas situaciones?

    1. No ignorar estos actos. Es necesario responder. Estas respuestas deben mostrar preocupación, ya que ignorar puede conllevar a una escalada de las mismas. Deben expresar sus miedos al paciente y no dejarse calmar fácilmente con negaciones. La familia debe entender estos gestos como un «grito de socorro». Deben informar a los profesionales, incluso cuando el paciente les quite importancia.
    2. La familia debe aprender a prestar atención al paciente no solamente en momentos de crisis y cuando estas conductas aparecen. Esto sólo refuerza y mantiene estas formas de expresión de emociones inadecuadas.
    3. La familia debe escuchar cual es el problema subyacente. El primer paso para reducir la posibilidad de que una amenaza se siga de una materialización de la misma es invitar al paciente a expresar los sentimientos que se ocultan «detrás del síntoma» (por ejemplo, sentimientos de rabia) y escucharlos atentamente.
    4. Reconocimiento y validación. Después de escuchar, la familia tiene que dar una señal de que se reconocen dichos sentimientos. No es necesario admitir o negar acusaciones cuando estas tienen lugar, tampoco dar muestras de simpatía o comentarios como «eso no es nada», «ya verás cómo se pasa» o «tú puedes intentarlo» estos comentarios no reconocen el grado de malestar emocional del paciente y son percibidos como rechazo o abandono.
    5. Los familiares no deben asumir la responsabilidad. Siempre que haya signos de que existe riesgo se debe informar a un profesional. El riesgo de suicidio no puede ser evaluado, monitorizado o prevenido en la familia.

     

    Encarnación Sánchez Quesada

    Psicóloga General Sanitario

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    Psicoeducación: Miedo y Ansiedad

    Psicoeducación: Miedo y Ansiedad

     

    En la primera sesión, será conveniente ayudar a comprender a nuestros clientes la naturaleza y funciones de la ansiedad en nuestra vida. Esta parte inicial de la terapia será la denominada psicoeducación, donde explicaremos cómo funcionan estas emociones y su funcionalidad.

    Podemos empezar por pedir a nuestro cliente que nos describa cómo es el miedo para él o ella, donde se abarcan los tres componentes fundamentales del miedo y la ansiedad:

    – las sensaciones físicas (palpitaciones cardíacas, sudor, mareo, visión borrosa, respiración entrecortada, tensión, síntomas gastrointestinales, etc.),

    – los aspectos cognitivos (lo que piensan nuestros clientes cuando sienten temor),

    – y la conducta manifiesta ( lo que hacen los clientes durante un episodio de miedo o ansiedad, como escapar o evitar).

     

    MIEDO

    El miedo se caracteriza por una activación brusca y aguda de la rama simpática del sistema nervioso autónomo que incluye sensaciones fisiológicas de diferente intensidad, como aumento de la sudoración, incremento de la tasa cardíaca, falta de aliento, mareo y otros.

    Se le suma la tendencia a luchar o huir de las señales ambientales o corporales, reales o percibidas de amenaza o peligro. El miedo es una emoción orientada al presente que responde a un peligro o amenaza real o imaginaria. Este miedo puede ser perfectamente adaptativo que nos motiva y moviliza para emprender la acción.

    ANSIEDAD

    La ansiedad es un estado de ánimo orientado al futuro, que cursa con inquietud ansiosa, preocupación y activación sostenida del sistema nervioso simpático, aumento de tensión muscular, agarrotamiento del pecho, molestias digestivas, así como otros síntomas somáticos. Por lo común, la ansiedad nos llega por algo que puede ocurrir en el futuro inmediato o distante.

    PRACTICA EN LA PSICOTERAPIA

    Llegados a este punto conviene charlar con nuestro cliente acerca de situaciones en las que haya pasado miedo, y después lo convertimos en ansiedad, y al revés. Un ejemplo de miedo sería el ataque de pánico, por otra parte la preocupación por un futuro ataque implicaría la ansiedad. La respuesta que experimentamos por un acontecimiento traumático se acercaría al miedo, y la preocupación de que pueda regresar ese recuerdo es típico de la ansiedad.

    Si la ansiedad es una emoción aversiva, y todo lo aversivo es causa de malestar y sufrimiento ¿de qué serviría experimentarla?

    ANSIEDAD ADAPTATIVA

    Explorar los beneficios prácticos de la ansiedad, se puede preguntar a los clientes por ejemplos de sus vidas, situaciones en las que hayan experimentado miedo y esa reacción les haya servido para permanecer a salvo y seguros, o podemos ponerles ejemplos de nuestra vida, ese miedo que impulsa para la acción defensiva u ofensiva cuando la salud o seguridad parecieron amenazadas. Servirá para ayudar a los clientes a descubrir que la respuesta de miedo y a veces, de ansiedad han sido útiles porque sin ellas, probablemente no habríamos sobrevivido.

    Los efectos beneficiosos de cantidades moderadas de ansiedad y preocupación se conocen desde hace años (Yerkes y Dodson, 1908), ayudan a motivarnos para responder a las amenazas potenciales y actuar. Los tres componentes del miedo y ansiedad, sensaciones físicas, pensamiento y acción, no son algo patológico: sentimos, pensamos y hacemos cosas todo el tiempo. No es posible imaginar nuestra vida sin esos tres aspectos vitales.

    La ansiedad y el miedo son perfectamente adaptativa y no entraña ningún peligro por sí mismas, se vuelven peligrosos cuando no estamos dispuestos a experimentarlos, de esta manera, vivimos al servicio de la evitación cuya principal barrera es impedir vivir plenamente. El peligro entonces no resulta de la ansiedad o el miedo que experimentamos ni que estén en nuestra vida en gran cantidad, son peligrosos cuando permitimos a estas emociones controlar nuestra vida. Es entonces cuando dejamos de vivir y ponemos en riesgo lo realmente valioso de nuestra vida, permitimos que estas emociones definan quienes somos y lo que hacemos.

    CONCLUSIÓN

    Nuestros clientes pueden pensar que están solos en sus problemas, nosotros señalaremos que este tipo de trastornos se incluyen entre los problemas psíquicos más frecuentes, hasta el 25 por ciento de toda la población en algún momento de su vida. Habitualmente aprendemos los procesos que contribuyen a estos trastornos (evitación, escape, tendencia a controlar las emociones desagradables) desde la infancia.

    Como ejemplo, aprendemos de niños a no tocar una estufa caliente porque hace daño. Puede que lo hayamos aprendido por experiencia propia o bien de forma vicaria, escuchando a nuestros padres advertirnos. Fuimos socializados para usar el dolor y sufrimiento físico y psíquico como razón de peso para nuestra conducta y la de los otros. Un ejemplo lo tenemos en que se admite perder un día de trabajo o colegio por sentirse mal.

    Aprendemos también a aplicar esa misma estrategia de control a pensamientos, recuerdos y emociones que nos resultan desagradables o penosos, pero en este caso no dan buen resultado aplicadas a nuestras emociones. En realidad no podemos evitar los sentimientos de ansiedad y miedo de la misma manera que apartamos la mano de la estufa caliente.

    Podemos preguntar a nuestro cliente si puede acaso desconectar de sus emociones de igual forma que aparta la mano de la estufa encendida para no quemarse, preguntemos si son capaces de sentirse de tal modo u otro solo por desearlo, preguntemos si se dan cuenta de hecho, de que sus sentimientos caminan junto a ellos por mucho que corran.

    ¿Será que forman parte de nosotros esos sentimientos de ansiedad, aprensión o inseguridad y no podemos evitarlos ni escapar de ellos, porque simplemente forman parte de nosotros?

    Recuerda: “podrás correr, pero no podrás esconderte de ti mismo”.

    Bibliografía:

    Georg H. Eifert , John P. Forsyth, Álvarez Fernández, R. (2014). La terapia de aceptacion y compromiso para trastornos de ansiedad. Mensajero.

     

     

    Sergio Vidal-Salmerón Pujante

    Psicólogo General Sanitario

    Foto realizada desde CANVA Pro 

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