Dependencia Emocional

Dependencia Emocional

 

DEPENDENCIA EMOCIONAL

 

La dependencia emocional es un tema poco comprendido y tratado. Es una de esas cuestiones psicológicas que nos caracteriza como seres humanos, pertenecientes a “animales sociales” que están destinados, para bien o para mal, a las relaciones con nuestros congéneres.

Se define la dependencia emocional como la incapacidad de liberarse de una relación disfuncional. Aunque también puede darse en otras relaciones, como las que se dan entre padres e hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, etc., el foco de este artículo será en las relaciones de pareja. La diferencia entre el amor normal, (que de por sí implica un cierto componente de necesidad) y la dependencia es meramente cuantitativa. Podríamos imaginar una representación continua de los sentimientos en las relaciones afectivas para ilustrar mejor la diferencia entre querer y necesitar, o entre amor y extrema necesidad.

  

Características de una persona con dependencia emocional

Las características que se dan en las  personas emocionalmente dependientes  en el área de la pareja son:

  • Una necesidad excesiva del otro y un deseo de acceso constante hacia él/ella. Es una expresión de la necesidad psicológica que la persona dependiente tiene de su pareja. Puede manifestarse como un deseo constante de hablar con él, llamadas telefónicas constantes, apariciones imprevistas en el trabajo, realizar cualquier actividad con la otra persona, no poder completar una tarea independiente sin sentir la necesidad de mantenerse en contacto con la pareja, etc. Los dependientes en ocasiones describen este sentimiento como el “hambre” de la pareja.

La reacción de la pareja suele ser de agobio. Esto puede traer consecuencias de diferentes tipos, como puede ser la ruptura precoz de la relación o la demarcación de límites estrictos.

 

  • Deseos de exclusividad en la relación.

 

  • Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. Esta es una de las características más frecuentes y notorias en el entorno social. La persona emocionalmente dependiente ve su relación como el centro de su existencia, el foco de su atención y el propósito de su vida.

 

  • Idealización de la pareja. A pesar de ser consciente de los defectos de su pareja a lo largo de su relación, el dependiente los idealiza con frecuencia.

La pareja representa todo aquello que no tiene el dependiente.

 

  • Relaciones basadas en la sumisión y subordinación. La sumisión del dependiente hacia su pareja es una respuesta casi inmediata, no tiene problema en plegarse ante la persona que admira.

 

  • Historia de relaciones de pareja desequilibradas. En general, la vida amorosa de una persona con dependencia emocional es una sucesión de relaciones de pareja, conflictivas y desequilibradas que se inician ya en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta.

 

  • Miedo a la ruptura. Una vez superadas las etapas iniciales de la relación, el dependiente experimenta una intensa ansiedad por la posible disolución de la relación. El fantasma de la ruptura ronda siempre sobre su cabeza.

 

Fases:

Las fases de las relaciones de pareja de los dependientes emocionales se pueden resumir de la siguiente manera:

fases de la dependencia emocional

 

 

Factores

Los factores que pueden causar la dependencia emocional se agrupan en cuatro:

 

Carencias afectivas tempranas:

Las carencias afectivas tempranas nos indican la ausencia, quizá no total pero sí muy notable, de un elemento positivo y necesario como es el cariño. Lógicamente, la gravedad de la dependencia emocional guardará relación con la magnitud de dichas carencias.

Mantenimiento de la vinculación y focalización excesiva en fuentes externas de la autoestima:

La vinculación afectiva es, obviamente, la reacción más normal y frecuente en las personas. También es sin duda, la más deseable para un desarrollo emocional y de la personalidad adecuada. No obstante, existen circunstancias en las que se produce dicha vinculación afectiva con personas que no corresponden de manera satisfactoria a esos sentimientos. La persona  emocionalmente dependiente, en estas circunstancias interpersonalmente desfavorables, decide insistir en su búsqueda de los demás y se mantiene vinculado afectivamente a ellas. La vinculación afectiva con personas que no son afectuosas y que además son hostiles, acarrea consecuencias basadas en la formación de esquemas y pautas disfuncionales sobre uno mismo y los demás.

    Factores biológicos:

    Los varones pueden activar con mayor facilidad que las mujeres la vía de desvinculación afectiva. Las mujeres tienen mayor disposición a la empatía, a la compasión y al contacto social, lo cual es indicativo de una mayor tendencia a la vinculación afectiva. En consecuencia, podemos pensar que a las mujeres les resultará mucho más difícil desvincularse afectivamente. Lo cual hace que esta patología sea mucho más frecuente en mujeres que en varones, algo que es un hecho constatable continuamente en la experiencia clínica. Además del factor género, el temperamento y la dotación genética también desempeñan un papel relevante en la formación de la dependencia emocional.

    Factores socioculturales:

    Cada cultura tiene diferentes modelos de pareja y los roles masculino y femenino que se desempeñan en ella tienen también una gran influencia social. En nuestra cultura occidental existe el prejuicio de que la mujer está más interesada en la pareja que el varón. Sean ciertos o no, son estereotipos y prejuicios culturales que influyen también en nuestro comportamiento.

     

     

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

     

    Blasco, C., & DEL CONCEPTO, J. A. (2005). Dependencia emocional. In I Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero-15 de Marzo 2000 [citado:*]; Conferencia 6-CI-A:[52 pantallas]. Disponible en: http://www. psiquiatria. com/congreso/mesas/mesa6/conferencias/6_ci_a. htm.

    Castelló, J. (2000, March). Análisis del concepto dependencia emocional. In I Congreso Virtual de Psiquiatría (Vol. 5, No. 8).

    Rodríguez de Medina Quevedo, I. (2013). La dependencia emocional en las relaciones interpersonales.

     

     

     

    Encarnación Sánchez Quesada

    Psicóloga General Sanitario

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    Recupera el clima positivo en la pareja

    Recupera el clima positivo en la pareja

     

    RECUPERA EL CLIMA POSITIVO EN LA PAREJA

    ¿Cómo recuperar el clima positivo en la pareja?

     

    Se acerca San Valentín, un día del año en el que nos encontramos corazones por todos lados y restaurantes llenos de parejas que festejan su unión. Sin embargo, es posible que no todas las parejas se encuentren en su mejor momento y se sientan arrastradas, en estas fechas, a celebrar un amor que se tambalea.

     

    Si vuestra relación está cargada de tensiones, reproches y situaciones estresantes, es probable que os encontréis envueltos en un ambiente o clima negativo. Normalmente esto deriva de una comunicación incorrecta, de una falta de momentos satisfactorios en pareja y de pensamientos distorsionados acerca del otro miembro o de la relación.

     

    Si quieres aprovechar el 14 de febrero para intentar salvar tu relación de pareja, vamos a explicar algunos ejercicios terapéuticos que pueden ayudarte a conseguir tu objetivo.

    1. Caja de regalos emocionales.

    Escribe en trozos de papel cualidades que ves en tu pareja, acciones que realiza que te agradan, acontecimientos del pasado compartidos que te gustaron, etc… por ejemplo: “¡qué bien te sienta el vestido rojo que te pones los sábados!”,  “me encanta cuando me dejas el café preparado por las mañanas”, “disfruté mucho en aquel viaje a Granada”…

    Mete estos papelitos doblados dentro de una caja y ponla en un lugar en el que tu pareja pueda ir abriendo uno cada día. Podemos ir añadiendo papelitos cada vez que queramos.

    2. Caja de los deseos.

    Cada miembro de la pareja deberá escribir en trozos de papel (seleccionando un color distinto para cada miembro), deseos o actividades que le gustaría que el otro hiciera. Todos los papeles se meterán en la caja y cuando uno de los miembros quiera complacer al otro seleccionará un papelito y lo llevará a cabo. Cuando se vayan acabando los papeles podéis ir añadiendo nuevos deseos.

    3.Citas.

    Con este ejercicio pretendemos volver a tomar contacto con aquello que hizo que os enamorarais. Se trata de volver a compartir momentos los dos a solas. Cada semana, uno de los miembros será el responsable de preparar una cita. Se debe pensar en los gustos de la pareja para tratar de agradarla y sorprenderla, de manera que, lo único que se acuerde con antelación sea el día y la hora.

    4. Regalar ocio individual.

    Para que una relación de pareja sea sana, además de tener un área compartida, es necesario que exista un espacio individual de ocio. Animar al otro miembro a realizar actividades de manera individual puede uniros más como pareja.

    Puedes, por ejemplo, regalarle un bono para clases de guitarra, una tarjeta regalo para un curso de cocina, clases de equitación o cualquier actividad que sepas que siempre ha querido hacer pero que no se anima a dar el paso.

    5. Pilla a tu pareja haciendo algo agradable.

    Cada uno de los miembros registrará todas aquellas acciones, conductas, actitudes o detalles que nos parezcan agradables del otro. Un día a la semana, previamente acordado, se las haremos saber.

     

    Recuerda siempre, que la terapia de pareja, llevada a cabo por psicólogos especializados, puede ayudaros a mejorar vuestra relación mediante la evaluación, análisis y  tratamiento de los problemas que puedan estar superando todos vuestros intentos de solución.

     

     

    Metáfora “La mirada del amor”

    “El rey estaba enamorado de Sabrina, una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa.

    Una tarde mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabrina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (infracción que se pagaba con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.

    A su regreso, el rey fue informado de la situación.

    – ¿No es maravillosa? -dijo- esto es verdadero amor filial. No le importó su vida para cuidar a su madre ¡Es maravillosa!

    Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último melocotón de la cesta.

    – ¡Parecen ricos! -dijo el rey.

    – Lo son -respondió la princesa. Y alargando la mano le cedió a su amado el último melocotón.

    – ¡Cuánto me ama!- comentó después el rey-, renunció a su propio placer para darme el último melocotón de la cesta. ¿No es fantástica?

    Pasaron los años y, a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey.

    Sentado con su amigo más confidente, le decía:

    – Nunca se portó como una reina… ¿Acaso no desafió mi prohibición usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida”.

     

    Jorge Bucay; “Déjame que te cuente”.

     

    Lola García Sanchez

    Psicóloga General Sanitario

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    Consejos para familiares con pacientes TLP

    Consejos para familiares con pacientes TLP

     

    Cómo actuar ante comportamientos autodestructivos en pacientes TLP

     

    ¿Qué es TLP?

     

    El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es un trastorno que es caracterizado por un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y una notable impulsividad, que comienza en la adolescencia o principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

    El Trastorno Límite de la Personalidad es el más frecuente de entre todos los trastornos de la personalidad. Se diagnostica predominantemente en mujeres, con una relación estimada por sexos 3:1. Es más frecuente entre los familiares de primer grado (padres, hijos, hermanos) que en la población general. Este trastorno se asocia a otros tales como el abuso y dependencia de alcohol y otras drogas, trastorno antisocial de la personalidad, trastornos del estado de ánimo y de control de impulsos.

    La adolescencia es un período crítico para su emergencia, relacionándolo con rasgos de impulsividad e inestabilidad emocional, y con factores ambientales como patrones de crianza disfuncionales, abuso sexual o físico, acontecimientos vitales estresantes y psicopatología materna, entre otros.

    Existe una considerable variabilidad en el curso del TLP. Los síntomas agudos se reducen más que los síntomas temperamentales. El deterioro del funcionamiento y el riesgo de suicidio son mayores en los adultos jóvenes y disminuyen gradualmente con la edad. La tendencia a experimentar emociones intensas, a actuar de forma impulsiva y a vivir las relaciones con gran intensidad suele perdurar toda la vida. Durante la década de los 30 y 40 años, la mayoría de las personas con este trastorno logra una mayor estabilidad en sus relaciones y funcionamiento profesional.

    Uno de los problemas más preocupantes asociados al TLP es el suicidio y el parasuicidio (conductas autolesivas sin intención de ocasionar la muerte). Los gestos autodestructivos e intentos de suicidio deben tomarse muy en serio, pues aproximadamente un 9% de los pacientes pueden llegar a suicidarse, siendo el riesgo mayor en los primeros años de la edad adulta.

    Los comportamientos autodestructivos y conductas suicidas son, de entre todas las características de los pacientes con trastorno limite, los que inducen reacciones emocionales más intensas en aquellos que conviven con ellos y también en los profesionales que los tratan.

     

    ¿Qué motivaciones puede haber para estos comportamientos?

     

    Los comportamientos autodestructivos pueden clasificarse en base a las funciones que cumplen:

    Comunicación de malestar. Generalmente estos actos tienen lugar cuando el paciente siente el peligro de perder a alguien importante para ellos. Estos gestos suelen ser formas de reclamar la atención y al mismo tiempo una forma de protesta rabiosa por la inatención o abandono.

    Alivio de sentimientos dolorosos. Estos pacientes suelen experimentar emociones de forma muy intensa. En ocasiones, los comportamientos autodestructivos no son más que un intento de “quitarse de en medio” o “dejar de sentir dolor”. Otras veces, los pacientes tratan de recobrar el sentido de la realidad perdido (experiencias de desconexión de la realidad) En estos casos, el dolor o sensación física les permite regresar a un estado de conciencia normal, lo que es experimentado con sensación de alivio.

     

    ¿Qué pueden hacer los familiares frente estas situaciones?

    1. No ignorar estos actos. Es necesario responder. Estas respuestas deben mostrar preocupación, ya que ignorar puede conllevar a una escalada de las mismas. Deben expresar sus miedos al paciente y no dejarse calmar fácilmente con negaciones. La familia debe entender estos gestos como un «grito de socorro». Deben informar a los profesionales, incluso cuando el paciente les quite importancia.
    2. La familia debe aprender a prestar atención al paciente no solamente en momentos de crisis y cuando estas conductas aparecen. Esto sólo refuerza y mantiene estas formas de expresión de emociones inadecuadas.
    3. La familia debe escuchar cual es el problema subyacente. El primer paso para reducir la posibilidad de que una amenaza se siga de una materialización de la misma es invitar al paciente a expresar los sentimientos que se ocultan «detrás del síntoma» (por ejemplo, sentimientos de rabia) y escucharlos atentamente.
    4. Reconocimiento y validación. Después de escuchar, la familia tiene que dar una señal de que se reconocen dichos sentimientos. No es necesario admitir o negar acusaciones cuando estas tienen lugar, tampoco dar muestras de simpatía o comentarios como «eso no es nada», «ya verás cómo se pasa» o «tú puedes intentarlo» estos comentarios no reconocen el grado de malestar emocional del paciente y son percibidos como rechazo o abandono.
    5. Los familiares no deben asumir la responsabilidad. Siempre que haya signos de que existe riesgo se debe informar a un profesional. El riesgo de suicidio no puede ser evaluado, monitorizado o prevenido en la familia.

     

    Encarnación Sánchez Quesada

    Psicóloga General Sanitario

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    Psicoeducación: Miedo y Ansiedad

    Psicoeducación: Miedo y Ansiedad

     

    En la primera sesión, será conveniente ayudar a comprender a nuestros clientes la naturaleza y funciones de la ansiedad en nuestra vida. Esta parte inicial de la terapia será la denominada psicoeducación, donde explicaremos cómo funcionan estas emociones y su funcionalidad.

    Podemos empezar por pedir a nuestro cliente que nos describa cómo es el miedo para él o ella, donde se abarcan los tres componentes fundamentales del miedo y la ansiedad:

    – las sensaciones físicas (palpitaciones cardíacas, sudor, mareo, visión borrosa, respiración entrecortada, tensión, síntomas gastrointestinales, etc.),

    – los aspectos cognitivos (lo que piensan nuestros clientes cuando sienten temor),

    – y la conducta manifiesta ( lo que hacen los clientes durante un episodio de miedo o ansiedad, como escapar o evitar).

     

    MIEDO

    El miedo se caracteriza por una activación brusca y aguda de la rama simpática del sistema nervioso autónomo que incluye sensaciones fisiológicas de diferente intensidad, como aumento de la sudoración, incremento de la tasa cardíaca, falta de aliento, mareo y otros.

    Se le suma la tendencia a luchar o huir de las señales ambientales o corporales, reales o percibidas de amenaza o peligro. El miedo es una emoción orientada al presente que responde a un peligro o amenaza real o imaginaria. Este miedo puede ser perfectamente adaptativo que nos motiva y moviliza para emprender la acción.

    ANSIEDAD

    La ansiedad es un estado de ánimo orientado al futuro, que cursa con inquietud ansiosa, preocupación y activación sostenida del sistema nervioso simpático, aumento de tensión muscular, agarrotamiento del pecho, molestias digestivas, así como otros síntomas somáticos. Por lo común, la ansiedad nos llega por algo que puede ocurrir en el futuro inmediato o distante.

    PRACTICA EN LA PSICOTERAPIA

    Llegados a este punto conviene charlar con nuestro cliente acerca de situaciones en las que haya pasado miedo, y después lo convertimos en ansiedad, y al revés. Un ejemplo de miedo sería el ataque de pánico, por otra parte la preocupación por un futuro ataque implicaría la ansiedad. La respuesta que experimentamos por un acontecimiento traumático se acercaría al miedo, y la preocupación de que pueda regresar ese recuerdo es típico de la ansiedad.

    Si la ansiedad es una emoción aversiva, y todo lo aversivo es causa de malestar y sufrimiento ¿de qué serviría experimentarla?

    ANSIEDAD ADAPTATIVA

    Explorar los beneficios prácticos de la ansiedad, se puede preguntar a los clientes por ejemplos de sus vidas, situaciones en las que hayan experimentado miedo y esa reacción les haya servido para permanecer a salvo y seguros, o podemos ponerles ejemplos de nuestra vida, ese miedo que impulsa para la acción defensiva u ofensiva cuando la salud o seguridad parecieron amenazadas. Servirá para ayudar a los clientes a descubrir que la respuesta de miedo y a veces, de ansiedad han sido útiles porque sin ellas, probablemente no habríamos sobrevivido.

    Los efectos beneficiosos de cantidades moderadas de ansiedad y preocupación se conocen desde hace años (Yerkes y Dodson, 1908), ayudan a motivarnos para responder a las amenazas potenciales y actuar. Los tres componentes del miedo y ansiedad, sensaciones físicas, pensamiento y acción, no son algo patológico: sentimos, pensamos y hacemos cosas todo el tiempo. No es posible imaginar nuestra vida sin esos tres aspectos vitales.

    La ansiedad y el miedo son perfectamente adaptativa y no entraña ningún peligro por sí mismas, se vuelven peligrosos cuando no estamos dispuestos a experimentarlos, de esta manera, vivimos al servicio de la evitación cuya principal barrera es impedir vivir plenamente. El peligro entonces no resulta de la ansiedad o el miedo que experimentamos ni que estén en nuestra vida en gran cantidad, son peligrosos cuando permitimos a estas emociones controlar nuestra vida. Es entonces cuando dejamos de vivir y ponemos en riesgo lo realmente valioso de nuestra vida, permitimos que estas emociones definan quienes somos y lo que hacemos.

    CONCLUSIÓN

    Nuestros clientes pueden pensar que están solos en sus problemas, nosotros señalaremos que este tipo de trastornos se incluyen entre los problemas psíquicos más frecuentes, hasta el 25 por ciento de toda la población en algún momento de su vida. Habitualmente aprendemos los procesos que contribuyen a estos trastornos (evitación, escape, tendencia a controlar las emociones desagradables) desde la infancia.

    Como ejemplo, aprendemos de niños a no tocar una estufa caliente porque hace daño. Puede que lo hayamos aprendido por experiencia propia o bien de forma vicaria, escuchando a nuestros padres advertirnos. Fuimos socializados para usar el dolor y sufrimiento físico y psíquico como razón de peso para nuestra conducta y la de los otros. Un ejemplo lo tenemos en que se admite perder un día de trabajo o colegio por sentirse mal.

    Aprendemos también a aplicar esa misma estrategia de control a pensamientos, recuerdos y emociones que nos resultan desagradables o penosos, pero en este caso no dan buen resultado aplicadas a nuestras emociones. En realidad no podemos evitar los sentimientos de ansiedad y miedo de la misma manera que apartamos la mano de la estufa caliente.

    Podemos preguntar a nuestro cliente si puede acaso desconectar de sus emociones de igual forma que aparta la mano de la estufa encendida para no quemarse, preguntemos si son capaces de sentirse de tal modo u otro solo por desearlo, preguntemos si se dan cuenta de hecho, de que sus sentimientos caminan junto a ellos por mucho que corran.

    ¿Será que forman parte de nosotros esos sentimientos de ansiedad, aprensión o inseguridad y no podemos evitarlos ni escapar de ellos, porque simplemente forman parte de nosotros?

    Recuerda: “podrás correr, pero no podrás esconderte de ti mismo”.

    Bibliografía:

    Georg H. Eifert , John P. Forsyth, Álvarez Fernández, R. (2014). La terapia de aceptacion y compromiso para trastornos de ansiedad. Mensajero.

     

     

    Sergio Vidal-Salmerón Pujante

    Psicólogo General Sanitario

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    Las etapas del amor en la pareja

    Las etapas del amor en la pareja

    Las etapas del amor en la pareja

    Para entender el amor en la pareja, es necesario diferenciar dos etapas: la breve etapa del enamoramiento y la sólida etapa del amor maduro. A continuación, vamos a describir en qué consiste cada etapa, cuáles son sus características y sus funciones a nivel biológico.

    Enamoramiento:

    Ortega y Gasset definió el enamoramiento como: “un estado de imbecilidad mental transitoria”, y es que durante el mismo:

    • Mostramos solo lo mejor de nosotros mismos.
    • Idealizamos a la pareja.
    • No vemos lo negativo de la pareja.
    • Si vemos algo negativo en el otro; lo justificamos.
    • Actuamos con el “corazón”, nos dejamos llevar por las emociones y sentimientos.
    • Deseamos que dure para siempre, como el romanticismo que nos mostraron en los cuentos de hadas: “fueron felices y comieron perdices”.
    • Se asegura la función vital de reproducción y continuidad de la especie.

    Este estado es, biológicamente hablando, necesario para comenzar una relación. Con el aumento de la hormona dopamina (neurotransmisor que rige el placer, la euforia, responsable de la intencionalidad y motivación para conseguir algo) la vida se abre paso asegurándose la continuidad de la especie.

    Una vez cumplida su función, la dopamina regresa a sus niveles normales y vuelve a aumentar la hormona de la felicidad: la serotonina (neurotransmisor responsable del control de las emociones y del apetito sexual). En este momento comenzamos a “desenamorarnos” y se abre el camino hacia el amor maduro.

    Amor maduro: amor sólido. Fin del enamoramiento.

    El amor maduro es lo que define Erich Fromm como: “un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos”.

    • Nos permitimos ser nosotros mismos (dejamos ver nuestros defectos).
    • Vemos a la pareja de una manera más realista, como un ser humano que tiene defectos y virtudes.
    • Podemos ver los defectos de la pareja y decidimos amarla a pesar de ellos, sin pretender que cambie.
    • Actuamos con el “cerebro”, elegimos conscientemente continuar compartiendo nuestra vida con la pareja elegida.
    • Sabemos que no hay garantías de que sea “para siempre”. Elegimos cada día seguir compartiendo nuestra vida con la otra persona, mirando al futuro solamente para saber hacia dónde nos dirigimos como pareja.
    • Como seres sociales que somos, obtenemos de esta relación, numerosos beneficios: compañía, cariño, aprendizaje, crecimiento…

    En el amor maduro hay cabida para una relación de pareja que cumple con la teoría del triángulo del amor de Stenberg, en el que es necesario que haya:

    1. Compromiso con la relación: esto es, que ambos miembros tengan claro que de la barca de la relación, ninguno se bajará a pesar de las adversidades. En los buenos momentos la pareja remará en sintonía y en los malos momentos buscará la manera de que la barca no se vaya a pique; no usarán los remos como armas con las que agredirse el uno al otro mientras la barca se hunde, sino que achicarán juntos el agua y encontrarán la manera de remar que más les acerque a su objetivo común.

    Las parejas sanas se distinguen de las que no lo son, no por la cantidad de problemas que se les presenten, sino por la capacidad que tienen de resolverlos.

    2. Pasión. Por supuesto la pasión es algo que fluctúa según el momento vital en que nos encontremos y ello no significa necesariamente que la relación se esté estropeando, aunque es importante encontrar el motivo para saber si se trata de algo temporal. Muchos factores pueden influir en ello: enfermedades, embarazo, maternidad/paternidad, estrés, etc. Por eso es conveniente darse cuenta del momento en que la pasión comienza a disminuir, comunicarlo a la pareja y encontrar una solución para que la situación no empeore.

    3. Intimidad. Es normal que cuando la vida se va complicando (trabajo, hijos, problemas en las familias de origen…) los momentos de intimidad vayan disminuyendo sin que nos demos cuenta. Pasan los días y apenas hemos cruzado unas palabras con nuestra pareja. Esto debe alertarnos: uno de los vértices del triángulo comienza a flaquear. Hacérselo saber a nuestra pareja y buscar 15 minutos al día para estar a solas y hablar de las cosas que nos han sucedido en la jornada puede ayudar a recuperar esos momentos de comunicación íntima.

    Como afirma Silvia Congost: “El amor de pareja es un sentimiento que nace de la convivencia, del compartir, de un dar y recibir a partes iguales, de tener intereses mutuos, sueños compartidos. Y por supuesto siempre que hay amor, hay bondad, compasión y ganas de compartir con esa persona”.

    La terapia de pareja es un recurso muy valioso al que acudir cuando el funcionamiento de la pareja no es saludable o cuando los problemas que han surgido no pueden ser resueltos con los recursos disponibles. En estos casos, es sabia la opción de pedir ayuda. En terapia se consigue comprender las causas de los problemas y se obtienen las herramientas necesarias para solucionarlos. 

    Triángulo del amor de Stenberg

    etapas del amor

    Bibliografía:

    Congost, S. (2017) Si duele no es amor. Ed. Zehn.
    Fromm, E. (2007) El arte de amar. Ed. Paidós.
    Mansukhani, A. Conferencia vínculos, amor y pareja. III Jornadas de Bienestar. OAE U. Málaga.

     

     

    Lola García Sánchez 

    Psicóloga General Sanitario

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