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Demencia

 

Las demencias presentan un inicio por lo general insidioso y un curso progresivo, caracterizado por una pérdida de capacidades cognitivas y cambios de conducta que interfieren progresivamente en la autonomía de las personas que la sufren, lo que les hace dependientes de su entorno (familiares, cuidadores).

A menudo la memoria es la función más alterada. La dificultad para planificar actividades cotidianas, el no poder seguir una conversación o no encontrar las palabras que decir, no saber ver diferentes puntos de vista, son características de un inicio de demencia, y conlleva para la persona afectada una tremenda frustración de no verse en condiciones de mantener su ritmo cognitivo como siempre.

Esta frustración se mezcla con la impotencia e incluso a veces el enfado de los familiares de la persona afectada, ya que no se encuentran en disposición de entender aquello que le está sucediendo a su ser querido.

La terapia psicológica es necesaria, tanto para la persona afectada como para los familiares y allegados de éste. Es difícil comprender, aceptar y pasar por este proceso sin guías que nos ayuden, y aún lo es más el no entender nuestros propios sentimientos, encontrándonos de repente con una situación complicada que, además, nos damos cuenta de que no sabemos o no podemos manejar solos.

En cuanto a la persona afectada, la terapia se construye con pautas, acompañamiento psicológico y estimulación cognitiva diaria, mientras que, aunque para los familiares y allegados a menudo es suficiente con darles ciertas pautas de actuación, es necesario a veces un acompañamiento terapeútico, ya que estas personas también deben hacer su duelo, y es frecuente que no sea sencillo.

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