TDAH EN ADULTOS

Algunos de los SÍNTOMAS COMUNES y más conocidos del TDAH son:

 

Hiperactividad: Inquietud, dificultad para quedarse quieto, sensación de inquietud interna y necesidad de estar en movimiento constante.

Inatención: Dificultad para prestar atención a detalles y mantener la concentración en tareas que requieren esfuerzo mental sostenido.

Impulsividad: Tendencia a actuar sin pensar en las consecuencias, interrumpir a otros, tomar decisiones apresuradas o tener dificultades para esperar su turno.

Procrastinación crónica: Dificultad para iniciar o completar tareas, a menudo posponiendo las responsabilidades hasta el último minuto.

Problemas de organización: Dificultad para organizar tareas y actividades, mantener un horario o seguir una rutina.

Problemas de memoria: Olvidarse de citas, compromisos u otras responsabilidades importantes.

Todos estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia en cada persona con TDAH.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es bien conocido en población infantil, pero ¿sabías que también lo sufren algunos adultos?

 

DIFERENCIAS ENTRE TDAH EN NIÑOS Y TDAH EN ADULTOS

 

Es posible que algunos adultos con TDAH hayan aprendido algunas estrategias de compensación o adaptación sobre sus dificultades y así hayan podido manejar sus síntomas, lo que puede dificultar el diagnóstico.

En los niños predomina la hiperactividad.  En adultos impera la inatención y esto se ve en su mala organización y gestión del tiempo, procrastinación y concentración, lo que puede afectar a su capacidad para mantener empleos, relaciones y responsabilidades diarias, como cumplir con plazos, llegar a tiempo a las citas o manejar las finanzas personales.

En caso de haber hiperactividad, es distinta a la de los niños, ya que éstos suelen mostrar comportamientos físicos como correr y trepar en exceso, pero los adultos pueden experimentar inquietud interna, impulsividad verbal o dificultad para relajarse, esto es una hiperactividad que se ve menos a simple vista. 

Los adultos con TDAH pueden haber pasado años sin un diagnóstico o tratamiento adecuado, por lo que algunos no tienen conciencia de su problemática, y han creído que lo que les ocurría era porque no se esforzaban suficiente o porque no eran capaces. Esto puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad o depresión.

La impulsividad y la falta de atención pueden afectar las relaciones interpersonales, ya que los adultos con TDAH pueden ser percibidos como desorganizados, olvidadizos o insensibles. Esto puede causar tensiones en las relaciones familiares, de amistad o laborales.

Los adultos con TDAH pueden experimentar problemas emocionales, con emociones intensas y cambios de humor rápidos, lo que puede afectar su bienestar emocional y su capacidad para manejar el estrés y la frustración.

La impulsividad puede llevar a comportamientos como gastar dinero de manera descontrolada, abusar de sustancias, comer en exceso o participar en comportamientos de riesgo.

La seguridad física de la persona adulta con TDAH puede verse afectada. Tareas como conducir un coche, manejar maquinaria pesada, utilizar sustancias químicas, entre otras, pueden entrañar un peligro, o al menos, requerir de un esfuerzo superior de lo que le puede suponer a otra persona.

La autoestima y el autoconcepto se pueden lastimar, especialmente si experimentan fracasos repetidos en áreas importantes de sus vidas.

No toda persona que tenga estas dificultades tiene TDAH, ni tampoco que todas las personas que tienen TDAH tengan todas esas dificultades. De ahí la importancia de tener en cuenta que estas son generalizaciones y que cada persona con TDAH es única.

Cuando alguien tiene un problema de salud, sea del tipo que sea, suele preguntarse por qué le ocurre, qué ha hecho mal, o quién se lo provocó. Debes saber que no hay una causa concreta, ni es culpa de nadie que esto se desarrolle. Lo que sí hay son FACTORES DE RIESGO, es decir, algo así como papeletas que todas ellas sumadas aumentan o disminuyen la probabilidad de padecer TDAH.

 

Entre esos factores de riesgo está la genética. Existe gran evidencia de que el TDAH tiende a ser hereditario.

También se han visto diferencias en la estructura y función cerebral. Específicamente, hay áreas del cerebro asociadas con la atención, la inhibición del comportamiento y el control de los impulsos que pueden funcionar de manera diferente en individuos con TDAH.

Otras observaciones apuntan a desequilibrios químicos en el cerebro. Se cree que los niveles anormales de dopamina y norepinefrina pueden estar involucrados en el desarrollo del TDAH.

Son muy importantes los factores ambientales, es decir, el entorno de la persona en sus primeros momentos de desarrollo. Pueden incluir exposición prenatal al tabaco, alcohol o drogas, metales pesados, pesticidas u otros productos químicos tóxicos, complicaciones durante el embarazo o el parto, exposición a toxinas ambientales, bajo peso al nacer, vivencia de eventos traumáticos tempranos en la infancia, como abuso, la negligencia, la exposición a violencia doméstica y privación emocional.

No podemos olvidar el entorno socioeconómico. La pobreza, la inestabilidad familiar, el acceso limitado a recursos educativos y de salud mental, y otros pueden aumentar el riesgo de TDAH en adultos.

Tradicionalmente el TRATAMIENTO DEL  TDAH ha sido la medicación y terapia cognitivo-conductual, además hay más alternativas válidas para abordarlo, como las terapias de tercera generación y un enfoque específico en la regulación emocional.

Uno de los objetivos terapéuticos actuales es la comprensión de las emociones, identificarlas y comprenderlas, saber autorregularlas y gestionarlas de manera efectiva y saludable. Esto puede implicar técnicas para la gestión del estrés, la resolución de conflictos, la planificación y la toma de decisiones conscientes. Así como se trata de abordar la autoestima, ansiedad y depresión. También estrategias para manejar la impulsividad y la falta de atención en situaciones cotidianas.

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Aquí tienes algunas referencias por si quieres consultar:

Fernández-Jaén, A., López-Martín, S., & Albert, J. (2014). Factores ambientales en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Revista de Neurología, 58 (Supl 1), S11-S18.

Ramos-Quiroga, J. A., Casas, M., & Castells, X. (2013). Trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Guía práctica para su diagnóstico y tratamiento. Ars Médica.

Ramos-Quiroga, J. A. (Ed.). (2016). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adultos. Ars Médica.

Weibel S, Menard O, Ionita A, Boumendjel M, Cabelguen C, Kraemer C, Micoulaud-Franchi JA, Bioulac S, Perroud N, Sauvaget A, Carton L, Gachet M, Lopez R. Practical considerations for the evaluation and management of Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) in adults. Encephale. 2020 Feb;46(1):30-40. doi: 10.1016/j.encep.2019.06.005. Epub 2019 Oct 11. PMID: 31610922.

 

 

Ana Belén Ortín Aguilar

Psicóloga General Sanitario

 

Gráfica realizada desde CANVA Pro 

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