La Lactosa es el azúcar natural que encontramos en la leche de cualquier mamífero y en gran cantidad de alimentos preparados. Para digerirlo en nuestro organismo, necesitamos una enzima denominada lactasa, la cual se encuentra en el intestino delgado. Lo que hace esta enzima es cortar la Lactosa en dos azúcares simples, la Galactosa y la Glucosa, de forma que, si no tenemos esta enzima, no podremos realizar este proceso, lo que nos hará incapaces de digerir la Lactosa, y producirá ciertos síntomas en el organismo, como diarrea, flatulencia o dolor abdominal.
En una persona que presenta unos niveles óptimos de lactasa, el proceso normal consiste en que, una vez cortada la Lactosa, los azúcares en los que se divide salen fuera del intestino para ejercer su función. En cambio, en una persona intolerante o con déficit total o parcial de la Lactosa pasará del intestino delgado al intestino grueso, sin digerirse, causando gases y pesadez, ya que aumenta la osmolaridad y produce una secreción de agua y electrolitos que aceleran el peristaltismo, es decir, los movimientos que se producen en el intestino para que el alimento ingerido avance por el organismo. Parte de la Lactosa se eliminará en las heces, pero otra parte será fermentada por bacterias del colon y producirá tanto sustancias reductoras y ácidos orgánicos como mucho gas hidrógeno, lo que puede derivar en diarrea.
¿Cuándo aparece esta intolerancia?
La intolerancia a la lactosa puede desarrollarse en diferentes etapas de la vida, no tiene por qué ser desde que nacemos. En cambio, los niños prematuros son los que más riesgo tienen de padecer este problema, ya que la parte del intestino delgado donde se forma la (las Lactasa
microvellosidades) aparecen a partir del tercer trimestre de gestación, alcanzando el pico máximo en la semana 40, por lo que, al nacer de forma previa, son deficitarios en esta enzima y desarrollan con facilidad intolerancia.
En el caso de nuestro país, lo normal es descubrir que se padece esta patología entre los 2 y los 5 años, cuando se introduce la leche de origen animal. Por otro lado, cabe destacar que la mayor parte de los adultos de la población mundial presenta intolerancia a la Lactosa, mientras que en poblaciones donde se promueve más la ganadería, suele ser menos común, como ocurre en Europa.
Por tanto, podemos encontrar distintos tipos de intolerancia a la Lactosa:
– Intolerancia de origen congénito por mutación autosómica recesiva del gen que codifica la , lo cual es una causa muy rara, Lactasa en la que los bebes manifiestan diarrea desde que nacen con la exposición a la leche materna, y la cual es permanente, y no tendrá solución.
– Primaria o racial, por la que se produce una pérdida progresiva de la secreción de Lactasa y, con ello, también se producen los síntomas de forma progresiva. En este aspecto, parece ser que en ciertos grupos étnicos se cree que existe base genética ya que, por ejemplo, en afroamericanos, padecer este problema es más común. En este caso, este tipo de intolerancia se desarrolla progresivamente, hasta llegar a un punto
permanente.
– Secundaria o adquirida, debida a un daño de la mucosa intestinal por una lesión temporal que dificultará la secreción de Lactasa. Este caso de
intolerancia es la más común, y se produce en muchos casos en los que no se cuida la alimentación, o en casos de diarreas o gastroenteritis
descontroladas. En cambio, este tipo de intolerancia es transitoria y, en la mayoría de casos, pero no en todos, se puede recuperar.
Cuando se produce este problema, se padece diarrea, distensión y dolor abdominal, flatulencias y ruidos gástricos tras la ingesta de Lactosa, por lo
que el tratamiento consiste en suprimir la ingesta de Lactosa. Esta supresión no debe ser de forma completa, sino según la tolerancia individual. De hecho, hay muchas personas que padecen intolerancia a la Lactosa que pero que pasan toda la vida sin ninguna sintomatología por no llegar al umbral
que les provoca padecer estos problemas. Por ello, muchas de las personas con intolerancia a la Lactosa toleran quesos curados (tienen poca lactosa) e incluso yogures, ya que el proceso de fermentación bacteriana que se produce en la elaboración de los yogures, produce lactasa, que fermenta la lactosa. De hecho, los productos “sin lactosa”, no son productos a los que se les haya sacado este azúcar, sino que se les añade “lactasa”, para que ejerza su función en el alimento, en ausencia de esta enzima por parte del individuo. Por ello, si compramos alimentos “sin Lactosa”, encontraremos que tiene Lactasa en los ingredientes.
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Henar González Cano
Nutricionista en Promentium- Salud y Bienestar
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