Las etapas del amor en la pareja
Para entender el amor en la pareja, es necesario diferenciar dos etapas: la breve etapa del enamoramiento y la sólida etapa del amor maduro. A continuación, vamos a describir en qué consiste cada etapa, cuáles son sus características y sus funciones a nivel biológico.
Enamoramiento:
Ortega y Gasset definió el enamoramiento como: “un estado de imbecilidad mental transitoria”, y es que durante el mismo:
- Mostramos solo lo mejor de nosotros mismos.
- Idealizamos a la pareja.
- No vemos lo negativo de la pareja.
- Si vemos algo negativo en el otro; lo justificamos.
- Actuamos con el “corazón”, nos dejamos llevar por las emociones y sentimientos.
- Deseamos que dure para siempre, como el romanticismo que nos mostraron en los cuentos de hadas: “fueron felices y comieron perdices”.
- Se asegura la función vital de reproducción y continuidad de la especie.
Este estado es, biológicamente hablando, necesario para comenzar una relación. Con el aumento de la hormona dopamina (neurotransmisor que rige el placer, la euforia, responsable de la intencionalidad y motivación para conseguir algo) la vida se abre paso asegurándose la continuidad de la especie.
Una vez cumplida su función, la dopamina regresa a sus niveles normales y vuelve a aumentar la hormona de la felicidad: la serotonina (neurotransmisor responsable del control de las emociones y del apetito sexual). En este momento comenzamos a “desenamorarnos” y se abre el camino hacia el amor maduro.
Amor maduro: amor sólido. Fin del enamoramiento.
El amor maduro es lo que define Erich Fromm como: “un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos”.
- Nos permitimos ser nosotros mismos (dejamos ver nuestros defectos).
- Vemos a la pareja de una manera más realista, como un ser humano que tiene defectos y virtudes.
- Podemos ver los defectos de la pareja y decidimos amarla a pesar de ellos, sin pretender que cambie.
- Actuamos con el “cerebro”, elegimos conscientemente continuar compartiendo nuestra vida con la pareja elegida.
- Sabemos que no hay garantías de que sea “para siempre”. Elegimos cada día seguir compartiendo nuestra vida con la otra persona, mirando al futuro solamente para saber hacia dónde nos dirigimos como pareja.
- Como seres sociales que somos, obtenemos de esta relación, numerosos beneficios: compañía, cariño, aprendizaje, crecimiento…
En el amor maduro hay cabida para una relación de pareja que cumple con la teoría del triángulo del amor de Stenberg, en el que es necesario que haya:
1. Compromiso con la relación: esto es, que ambos miembros tengan claro que de la barca de la relación, ninguno se bajará a pesar de las adversidades. En los buenos momentos la pareja remará en sintonía y en los malos momentos buscará la manera de que la barca no se vaya a pique; no usarán los remos como armas con las que agredirse el uno al otro mientras la barca se hunde, sino que achicarán juntos el agua y encontrarán la manera de remar que más les acerque a su objetivo común.
Las parejas sanas se distinguen de las que no lo son, no por la cantidad de problemas que se les presenten, sino por la capacidad que tienen de resolverlos.
2. Pasión. Por supuesto la pasión es algo que fluctúa según el momento vital en que nos encontremos y ello no significa necesariamente que la relación se esté estropeando, aunque es importante encontrar el motivo para saber si se trata de algo temporal. Muchos factores pueden influir en ello: enfermedades, embarazo, maternidad/paternidad, estrés, etc. Por eso es conveniente darse cuenta del momento en que la pasión comienza a disminuir, comunicarlo a la pareja y encontrar una solución para que la situación no empeore.
3. Intimidad. Es normal que cuando la vida se va complicando (trabajo, hijos, problemas en las familias de origen…) los momentos de intimidad vayan disminuyendo sin que nos demos cuenta. Pasan los días y apenas hemos cruzado unas palabras con nuestra pareja. Esto debe alertarnos: uno de los vértices del triángulo comienza a flaquear. Hacérselo saber a nuestra pareja y buscar 15 minutos al día para estar a solas y hablar de las cosas que nos han sucedido en la jornada puede ayudar a recuperar esos momentos de comunicación íntima.
Como afirma Silvia Congost: “El amor de pareja es un sentimiento que nace de la convivencia, del compartir, de un dar y recibir a partes iguales, de tener intereses mutuos, sueños compartidos. Y por supuesto siempre que hay amor, hay bondad, compasión y ganas de compartir con esa persona”.
La terapia de pareja es un recurso muy valioso al que acudir cuando el funcionamiento de la pareja no es saludable o cuando los problemas que han surgido no pueden ser resueltos con los recursos disponibles. En estos casos, es sabia la opción de pedir ayuda. En terapia se consigue comprender las causas de los problemas y se obtienen las herramientas necesarias para solucionarlos.
Triángulo del amor de Stenberg
Bibliografía:
Congost, S. (2017) Si duele no es amor. Ed. Zehn.
Fromm, E. (2007) El arte de amar. Ed. Paidós.
Mansukhani, A. Conferencia vínculos, amor y pareja. III Jornadas de Bienestar. OAE U. Málaga.
Lola García Sánchez
Psicóloga General Sanitario