La Depresión es un Trastorno emocional caracterizado por dos síntomas principales o primarios: la tristeza vital, una tristeza profunda y permanente y la anhedonia, pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales y no habituales.

No podemos disfrutar con nada. Pero no es solamente eso, la enfermedad depresiva es mucho más, afecta a todo nuestro organismo. Es por ello que hablamos de síntomas secundarios de la Depresión.

La sensación es que todo nuestro cuerpo funciona mal y así es. A veces no sabemos lo que nos pasa, nos sentimos mal, tanto anímicamente como físicamente.

Muchas veces es necesario un estudio orgánico para descartar otras patologías; los síntomas pueden abarcar tantos sistemas que sería difícil enfermar de tantos órganos a la vez.

¿Cuáles son estos síntomas?

Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado.

Es más frecuente el despertar precoz, te despiertas de madrugada, a veces sobresaltado, y es imposible volver a conciliar el sueño. En otras ocasiones el depresivo se duerme durante el día de forma irremediable.

Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

A todas horas aparece el cansancio, es como si el cuerpo pesara el doble. En los casos más graves la postración es el estado habitual de la persona.

Disminución o aumento del apetito casi todos los días.

Suele ser un cambio sustancial con lo habitual en ese individuo. Es más frecuente no ingerir apenas alimentos, se come por obligación y enseguida hay sensación de plenitud que impide continuar con la ingesta. En el caso contrario se come desaforadamente, sobre todo, hidratos de carbono.

Pérdida importante de peso o aumento de peso.

Como consecuencia del síntoma anterior.

Ansiedad, inquietud o agitación.

Según la intensidad del síntoma. Normalmente no se sabe por qué, lo cual genera más zozobra.

Retraso psicomotor o enlentecimiento.

Tanto para razonar como para hablar y moverse. No responde ni el cuerpo ni la mente a las necesidades habituales.

Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas.

En algunas depresiones, si esta es muy intensa, hay que hacer diagnóstico diferencial con la demencia.

Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches.

Es como si todo lo malo que hemos vivido viniera de repente a nuestra mente, incluso, a veces, distorsionando el recuerdo para mal.

Arrebatos de enojo, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca importancia.

Es como si no fuéramos los mismos, el carácter está distorsionado.

Problemas físicos inexplicables.

Diversos dolores que no eran habituales como dolores de cabeza, de espalda, de cuello, de estómago, sensación de ahogo, presión en el pecho, sudoración excesiva, picores, hormiguilla, diarrea o estreñimiento, alteraciones menstruales, alteraciones sexuales, y cualquier síntoma físico que se nos ocurra puede estar motivado por una depresión. De ahí la necesidad de consultar al médico de familia estos síntomas por si alguno de ellos fuera ocasionado por otra patología intercurrente. No tienen por qué aparecer todos, lo más habitual es que haya alguno de ellos.

Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte.

Desde pensamientos pasivos sobre la muerte hasta incluso suicidio, pasando por deseo de morir o ideas de suicidio no muy estructuradas o sin una clara intencionalidad. Es fundamental explorar ese síntoma.

No todas las personas con depresión presentan todos estos síntomas y no todas los presentan con la misma intensidad, pero es bueno identificarlos y conocer que son debidos a esta patología. De esa forma, una vez identificados estos síntomas, se puede comenzar a trabajar con ellos de manera que el individuo recupere un adecuado funcionamiento en las actividades diarias de la vida cotidiana y, con ello, su bienestar.

Antonio Micol Torres

Médico-Psiquiatra

 

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